sábado, 5 de abril de 2014

GUSTAVO RODRIGUEZ o la revolución actoral

(Entrevista publicada en el Correo del Caroní el 8 de enero de 1992)



El muchacho aquel de la calle Concordia con Boyacá que se ganaba los primeros premios de disfraces en tiempos de Carnaval, ahora se los gana todos también con sus actuaciones en las tablas y es que el hijo del sombrerero nació y creció para la transformación, para la metamorfosis, para el desdoblamiento, rebelándose contra lo que un día de diciembre mal pudo suponer su madre.

Américo Fernández  Fotos: Armando Ney

Y si Gustavo Rodríguez se rebeló, se sublevó, lo hizo corno buen revolucionario, pero no para revelarse o desvelarse como el Gabriel ni el Eloy de "La Revolución" de Isaac Chocrón, sino como lo que por compromiso y oficio ha sido desde que se frustró como estudiante de sociología de la Universidad Central.
De todas maneras, no está él distante de la ciencia que estudia la relación del hombre con los otros, vale decir, la sociología, pues el Teatro que es su ejercicio de oficio se halla inmerso en muchos aspectos de la fenomenología social haciendo las veces de una sociometría a través de la interpretación.
"La Revolución" que le ha valido al consagrado actor bolivarense Gustavo Rodríguez todos los premios teatrales, interpreta y mide un fenómeno de la sociedad universal como es el- de la homosexualidad, extendida con una fuerza que ya en ciudades populosas manifiesta, reclama derechos y hasta se organiza electoralmente.
Esta pieza teatral del dramaturgo Chocrón que en Caracas estuvo seis meses en cartelera y se montó en varias ciudades del país, entre ellas Ciudad Bolívar, abarrotando un diciembre las o gradas del anfiteatro de la Gobernación, plantea la disquisición de dos homosexuales, uno de ellos, el trasvesti Gabriel (papel que hace Gustavo Rodríguez) venido a menos, en plena decadencia, y su agente o representante Eloy (papel que hace Armando Gota), que comienzan a evocar nostálgicamente todo un pasado dejando ,entrever cierto síndrome de la sociedad actual y avisorando un futuro absolutamente asfixiante, dado sin posibilidad de salvación para el ser humano y que lleva a Gabriel a proponer una alternativa aparentemente loca, pero que la realiza con la mayor autenticidad.
Para Gustavo Rodríguez, el día que lo abordamos, Revolución es una pieza sumamente bella.
-Simplemente porque es una pieza para actores que no permite ningún tipo de manierismo ni de efectismo teatral, sino que está cenada„ basada' fundamental y únicamente en dos personajes.
Gustavo Rodríguez no actuaba en Ciudad Bolívar desde 1974 cuando vino con el "Nuevo Grupo" a una temporada que se inició en la biblioteca Rómulo Gallegos, entonces dirigida por Lourdes Salazar y que culminó en el Gimnasio Cubierto de Las Moreas. Fue cuando se estrenó "La Máxima Felicidad" y se montaron obras de gran resonancia como "El Testamento del Perro" y "Resistencia".
Pero con Revolución" se dio la particularidad del regreso de Gustavo a su ciudad natal como primera figura actora', ya consagrado con proyección internacional. Él lo admite y lo reconoce subrayando que le debe su carrera a Ciudad Bolívar.

Por qué? -le preguntamos durante una conversación en el lobby del Hotel Laja Real, un día después de su actuación,
-Pues mira, yo me crié en esta ciudad, tengo el pulso del río, la bonhomía y perspicacia guayanesa que es tanta como la del maracucho.

Cómo era la Ciudad Bolívar de entonces?
-La Ciudad Bolívar del 40 al 50 todavía era plácida, casi bucólica y la relación humana bastante estrecha.

Quiénes eran tus compañeros de correrías?.
-Entre los de un grupo muy nutrido y vigoroso recuerdo a Alberto Camacho, Tomás Gómez, Horacio Villamonte, César Gil,- Ernesto Guevara.

Y por dónde viene tu vena de actor?
-Por mi Padre José Leandro Rodríguez. El era sombrerero de oficio, pero su vocación realmente era la de actor y no perdía la oportunidad de las Trouppe o Compañías teatrales que pasaban por la ciudad para aceptar papeles eventuales.  Pero hubo un tiempo que no pasaban Compañías sino Circos de malabaristas, equilibristas y payasos y aceptó suplantar por emergencia a un equilibrista de la cuerda floja con tan mala suerte que cayó y quedó inválido para siempre.

De allí te vino entonces tu pasión por el teatro?
-De allí me vino un poco esa pasión por el desdoblamiento que es el arte del actor, además que en mi casa me la alimentaron desde pequeño, cuando me disfrazaban de Napoleón, de Julio Cesar, de Gladiador, de Mosquetero y con ellos me ganaba los primeros premios de disfraces infantiles en los Carnavales que eran realmente muy hermosos.

Qué diferencias observas entre la Ciudad Bolívar de ayer y la de hoy?
-En la de ayer había un movimiento cultural e intelectual bastante     acentuado, cosa que se ha perdido a causa del
nuevo-rriquismo, el facilismo y el afán crematística. A la ciudad actual pareciera importarle más el poder económico, político social que otros valores entrañablemente humanísticos.

Dónde estudiaste?
-En el Seminario primero y luego en el Peñalver hasta tercer año. El Bachillerato lo terminé en el Liceo Aplicación de Caracas y luego ingresé a la UCV para estudiar Sociología, estudios que interrumpí ya muy avanzado para aceptar           una
invitación del Instituto Internacional de Teatro.

Cómo llegaste al Seminario?
-Era monaguillo de Monseñor Bernal.   Por esa vía, estuve tres años en el Seminario Cristo Rey. No pude consolidarme como sacerdote, pero me quedó el regusto por la ceremonia. Yo era el Maestro de Ceremonia y quien disponía las misas pontificales.

El Teatro tiene mucho de ceremonia?
-Es cierto. Eso lo aprendí durante mi gira por Europa invitado por el Instituto Internacional de Teatro. En esa ocasión me empapé de las experiencias teatrales de vanguardia más importantes de Europa y participé en seminarios con connotados directores de teatros.     En ese entonces viví intensamente         el Mayo parisino y la invasión de la URSS a Checoslovaquia que me alejó de la juventud comunista.

Fue determinante esa gira en tu carrera de actor?
 -Indudablemente. Fue en el Instituto donde realmente aprendí y donde asumí en definitiva la necesidad de expresión Al concluir la gira regresé directo a Ciudad Bolívar, un diciembre  de 1968, para recibir el año con mi madre
 tomé
plantearle mi
decisión de no seguir estudiando sociología, pues mi porvenir estaba en el teatro.

Qué dijo tu Madre?    
-Mi madre María Luisa Orá de Rodríguez, muerta al igual que mi padre y dos de mis siete hermanos, me respondió con esta frase de antología: "Ay, Dios Mío, mi hijo se metió a marisco!"

Qué diría viéndote hacer ese papel en  "La Revolución?
-Figúrate.     Estaría rogando a Dios para que no me pegaran el Sida.

Por qué esa creencia tan ligada al teatro?
-Habría que preguntarse si la gente es marica porque` se mete a hacer teatro o si hace teatro porque es marica. Yo creo en la segunda parte de la disyuntiva.
Para mí es válido que vean
al teatro como elemento propicio para su frivolidad porque aparentemente creen que se lo permiten.      No creo que la actividad
misma del teatro conlleve a la homosexualidad.

Cuántos matrimonios y  cuántos hijos?
-Tres matrimonios. Hijos tengo a María Fernanda, la mayor, abogado, que tuve con mi primera esposa Lourdes Ramírez, pedagoga de Tucupita;  Alexandra que estudia teatro en Nueva York que tuve con la actriz Sonia Vera; Juliana Andrea, la penúltima con Gabriela, hija de Julián Pacheco, y de la cual estoy separado. Juliana Andrea ha hecho dos películas conmigo y como hijo de mono no pela bejuco ésta va por el mismo camino de sus padres.

En cuántas obras teatrales has actuado y cuál de ellas te ha llenado más como actor?
-En unas 65 obras y todas me han llenado de alguna manera incluyendo a las consideradas un fracaso, porque de ellas he podido aprender mucho más que de las exitosas. Debo destacar, sin embargo, que con mi personaje en "La Revolución" me he ganado todos los premios.

Encuentras escollos en tu carrera?
-Creo que la estulticia de la gente.         Así como el colectivo
te aplaude y reconoce, te menosprecia cuando se particulariza.

Por qu1, crees que pasa eso?
-Porque el actor refleja al ser humano a través de sus propias frustraciones, de sus propias complejidades emotivas, afectivas, intelectuales, y eso lo obliga a rechazar al actor. El ser humano tiende a rechazar lo que no le agrada, lo que le es incómodo. Eso es lo que yo encuentro de estulticia en la gente y por eso no hay para el actor el reconocimiento que se ve en otras latitudes.

Desde el punto de vista laboral también?
-Como elemento de fuerza y de trabajo, el actor es         visto como algo accidental y 'por ello es mal pagado        e irrespetado.

En el Teatro, en el Cine, en la Televisión por igual?
-Sobremanera en la industria de la Televisión donde las ganancias de los empresarios son pingües y apenas el actor si participa del nevado.

Cómo ha sido tu trabajo en la Televisión?
-Estoy muy orgulloso de mi trabajo en la Televisión y se me reconoce       en mi campo como factor importante de la nueva televisión     venezolana.         Yo me inicié la Televisión con "Peonia", la
primera novela venezolana, escrita por Manuel García Romero.

Y en el Cine?
-Tengo cerca de veinte películas, unas muy buenas y otras menos felices. Muchos reconocimientos, enseñanzas pero nada de dinero porque el Cine no paga en Venezuela. Cuál ha sido tu mejor película?
La que viene: Los Platos del Diablo, basada en una novela de Eduardo Liendo.      Se trata de un guión con pretensiones internacionales y donde hago de productor y actor. .

Ahora eres Productor también?
-Fundé una Productora que ya tiene en su haber tres miniseries realizadas para el Canal 8 y está en proyecto producir para el Canal 4 "El Dorado", un trabajo televisivo ambientado en las Minas y en Ciudad Bolívar, pero que enfatiza en el problema ecológico de Guayana y en el contrabando de minerales, matizado, claro está, con hechos dramáticos y de aventura.

Luciano Pavarotti utiliza como talismán clavos doblados en los bolsillos que manosea antes de salir a escena, te ocurre algo similar?
-Mi talismán son los muertos.       Yo converso con mis muertos.
Converso con mi madre, mi padre y hermanos fallecidos.       Como decía Miguel Hernández a propósito de la muerte de García Lorca: "Yo soy de los que gozan con una muerte diaria".    De manera que yo soy cabalístico, pero no fetichista.       Por ejemplo, uno en el
Teatro antes de salir a escena no dice, "suerte" sino "mierda".











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