lunes, 7 de julio de 2014

LOS 80 AÑOS DE RAÚL VILLEGAS

(Entrevista hecha por Américo Fernández y publicada en el diario El Expreso el 3 de abril de 1988)



Raúl Villegas cumple 80 años. Nació en 1908, el 3 de abril, un día que nos recuerda al escritor norteamericano Washington Irving y al actor Marlon Brando, aunque de ellos no exhiba Raúl sino la voluntad, el impulso y espíritu creador, característica de los areanos.
Nació en Tumeremo cuando el presidente Cipriano Castro claudicaba en el Palacio de Misia Jacinta a causa de un riñón y en el Estado Bolívar, el hábil Francisco Linares Alcántara se iniciaba en la Gobernación que dejaría a fines del mismo año para convertirse en el Premier del hombre de la mulera.
Era el época del balata y el oro a cuyo comercio se dedicaba su padre el General Héctor Villegas, nieto de don Antonio Liccioni, que se tenía entonces como el corso más rico de Guayana.
La madre de Raúl era Pepita Ruiz, descendiente del médico José Angel Ruiz, presidente del Estado Bolívar en 1980-1892 y fundador del Hospital Ruiz en el edificio que hoy sirve de asiento a la municipalidad. Ella era casada con el general Héctor Villegas Liccioni, quien estuvo dos años preso en el Castillo de Puerto Cabello, por hacerle oposición a El Cabito desde las trincheras de la Guerra Libertadora que tuvo a Ciudad Bolívar como último baluarte.
De manera que nuestro entrevistado de la semana es de prosapia en lo político como en lo social y siguiendo ese camino se ha destacado como servidor público, dirigente gremial y productor agropecuario. Es como dice su coetáneo de toda la vida, Horacio Cabrera Sifonte, un llanero nato que ha sufrido muchos encontronazos, pero que jamás se ha caido. Siempre ha estado plantado como un roble y como un gallo de Navarra quiere morir, en la raya, con entereza y dignidad. Como decía don Fernando Virguez en los momentos críticos: Salvando la cabeza, carajo, aunque un rayo me parta...

INFANCIA EN EL YURUARY
-En Tumeremo, pueblo pequeño del Yuraury, de gente sana, que vivía de la explotación del balatá, el oro y la ganadería extensiva, transcurrió la infancia de Raúl Villegas Ruíz pues a los siete años lo reclamó la educación formal establecida en Ciudad Bolívar bajo la: receptoría de don Régulo Machado.
Pero su padre el General Villegas no lo quería mucho tiempo en el Colegio y a la edad de 13 años lo sacó para que se adiestrara en el duro oficio del llanero allá en su finca de Carrizalito, cerca de la Paragua y después en el Hato "Las Guadalupe" en El Tigre, donde ejerció la administración de la finca por espacio de cinco años. Luego fue Caracas y nuevamente Ciudad Bolívar para encargarse del Hato Cantarrana que siempre fue de la familia y que aún
permanece en sus manos, allí mismo en el Caroní, cerca del cual desde hace cinco años no ha podido invertir por prevención de la misma CVG.

EMPRESARIO SARRAPIERO
En 1930 tuve varios contratos para la recolección de la cosecha de sarrapia por la región de Soapure, Cuchivero, Guaniamo y Turiba. Esto duró hasta 1945 cuando un trabajador armado con una escopeta morocha me sacó de circulación. Ocurrió porque el Fiscal de la sarrapia que era un hombre alevoso me fue a buscar para someter al trabajador que había tenido un encontronazo con él. Al salir del campamento con el Fiscal, el trabajador que había seguido sus movimientos y acechaba, nos disparó. Siete guáimaros me atravesaron el pericardio, los riñones y el estómago. El Fiscal, igualmente, recibió lo suyo, pero murió en Caracas.
En cuanto a mí, superé la situación. Afortunadamente el Embajador de los Estados Unidos que disponía de un hidroavión para entonces, lo facilitó para sacarnos de la selva y trasladarnos de urgencia a Caracas.
Recobrada la salud y de vuelta a Ciudad Bolívar, monté un negocio en Mata Negra con José Carreño y firmamos un contrato de suministros con la empresa petrolera Standart. Seis meses duró este servicio y me vine para hacer una transacción con el Banco Agrícola y Pecuario por el Hato "El León" y "Las Queseras", en Upata. A los siete años en plena producción, Ángelo de la Torre se interesó por la finca y se la vendí para retomar las riendas del Hato Cantarrana.

LOS GANADEROS SE DIVIDEN POR EL CORDON ANTI-AF TOSO
-Raúl Villegas fue protagonista de la división de la Asociación de Ganaderos del Estado Bolívar. A ello se vio impulsado junto con otros productores por la terquedad de Antonio José Grimaldi, quien lideraba una corriente interna partidaria de la supresión del Cordón contra la Aftosa.
Bolívar era uno de los pocos estados de Venezuela libre de aftosa y los ganaderos deseaban que así se mantuvie­ra por la salud y conservación de la propia ganadería. Pero la corriente grimaldista sostenía que era una postura nada
favorable desde el punto de vista del desarrollo y economía ganaderos, pues permitía hacia afuera un fluido de cabezas superior al de ingreso por lo que era preferible convivir con aftosa manteniéndola a raya a fuerza de vacuna. La situación se agrió en forma tal que el resultado fue la escisión gremial. Grimaldi se quedó gestionando como Presidente la Asociación de Ganaderos, mientras sus opositores montaron tienda aparte con la creación de la Asociación de Criadores y Productores Rurales del Estado Bolívar. Ambas organizaciones paralelas subsisten y hay quienes le dan connotación política.
Ese año -1964- la nueva Asociación emergió con 170 ganaderos debidamente inscritos, pero de todas maneras la aftosa se metió a través de un contrabando de ganado por El Palmar. Raúl Villegas estuvo presidiéndola por el lapso de dos años y fue designado "Ganadero del Año" más tarde por la Federación Nacional de Ganaderos.
SIEMPRE DE LA MANO CON LOS MILITARES
-A Raúl Villegas no lo perturba el calificativo de Perez­jimenista por el hecho de haber sido, gracias a la amistad con su paisano el General Luis Felipe Llovera Paéz, Inspector de Minas en el Estado, siendo Barcelo Vidal Gobernador del Estado. Fue entonces cuando los mineros explotaron importantes bolsones de diamantes en las quebradas de Urimán. A decir de Raúl, época buena y sana. No había robos. Un comprador de diamantes se aventuraba con cuatro y cinco millones encima por esas selvas sin que nadie lo tocara. Desde entonces corre el cuento de que soy militarista. No lo niego, siempre he estado muy a la mano con los militares.

MANUEL ALFREDO ES COMO MI HIJO
-Manuel Alfredo, chico, es como mi hijo. Su padre Manuel Carrillo, distribuidor de los otrora famosos cigarrillos Bigott y Bandera Roja, era gran amigo y compadre y a través de ese lazo se quedó aferrado a mi afecto desde que era un chamo el grandote de Manuel Alfredo Rodríguez que no llega a Ciudad Bolívar sin visitar mi casa. Desde pequeño fue siempre como un hijo para mí y actual­mente uno de mis mejores amigos siguiendo la tradición paterna. Me llamó en estos días para despedirse, pues viajará a Rusia, donde pasará dos meses, invitado por los intelectuales moscovotas.

MERCADO PARA EL BARBASCO
Hubo una época en que el barbasco estuvo aquí de moda.  Régulo Espinetti le buscó mercado en Estados Unidos.  Yo me ocupaba de su recolección con los indios del Caura y logramos unas cuantas toneladas que exportamos siguiendo la misma línea comercial de la sarrapia.  Pero el negocio no fue duradero.  No sabemos para qué lo utilizaban en el Norte.  Tal vez debió ser para aprovechamiento de los alcaloides en la fabricación de fármacos .  Lo que si se es que aquí los indígenas y campesinos lo utilizaban para embarbascar peces de los ríos. Una práctica de pesca no recomendable  porque los efectos tóxicas de ese bejuco afecta sin discriminación la ictio-fauna.
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COLEADOR VITALICIO
Raúl Villegas es coleador de los tiempos en que las Mangas estaban en Los Morichales,  el Paseo San Antonio y El Hipódromo Viejo. Entonces no se coleaba como salen ahora en grupos hasta de siete jinetes detrás del toro. A lo sumo, eran tres los que se disputaban el  animal y los espectáculos no eran tan frecuentes como en  la actualidad sino en tiempos de efemérides y Fiestas Patronales.
Yo coleaba en los tiempos de Antonio Bello, Horacio Cabrera Sifontes, Carlos Amaya, Pedro Alejandro Vargas; Rafael Pulgar y Alberto Liccioni que era consecuente en la Manga, pero incapaz de revolcar un toro. Un día que un caballo muy bonito decidimos darle uno de cortesía que lo tumbará.  Nada, .yo tuve que ayudarlo y lo expulsaron de la manga. Esa vez tumbé dos toros, Alberto y otro que accidentalmente se había escapado del corral.

GALLERO DE LOS MEJORES HASTA QUE UN DIA
Raúl Villegas era un gallero esclarecido, dueño de uno de las mejores cuerdas de la ciudad. Traía gallina Navarra para mejorar la raza de los espueléricos, pues los gallos hispanos tienen fama de no rehuir la pelea y no siempre en la raya. Tenía su cuerda en el antiguo Conjunto con Pascual Contreras y Rafael Gómez. Genaro Salazar era el cuidador y entre los mejores jugadores estaban don Hilario Machado y sus hijos, los Gil, los Pulgar. Mi afición terminó el día en que "Lazo Abierto", con peleas ganadas, salió al saco con uno del comandante Adames. Mi gallo tenía una característica admirable  que cuando picaba se rebatía cuatro y hasta cinco y seguidas y en esa pelea picaba y se soltaba. Confundido y  sospechando lo peor salté al redondel y agarré mi gallo. Le examiné el pico y vi que estaba lleno de cebe.  El Comandante de la Policía evidentemente que de acuerdo con el juez de la Gallera le había engrasado la cabeza gallo.  Entonces leincrepé: "Mira, Carajo, so vagabundo". Entonces el hombre desenfundó su revólver y  se formó la sampablera. Afortunadamente las cosas no  pasaron de allí en ese momento, pero más tarde renuncié definitivamente a los gallos. Mi cuerda de 20 ejemplares me la llevé para Mata Negra y se la regale a Santos D' Escriván..

80 DE VIDA Y 40 DE CASADO

Raúl Villegas se casó a la edad de 40 años con Josefina Marten Brito, de madre carupanera y  padre de descendencia francesa. Tuvo la fortuna de encontrarse con la mujer ideal, fabulosa en  todo y de relevante sensibilidad social. Josefina canta, toca la guitarra.  Su hijo Noel,  diseñador y publicista, el único hijo del matrimonio, pero vino un día en que  renunció al taller de impresión y se fue a buscar oro en el lecho del río Caroní.  Está contento con él, Noel para él que es promesa y juventud, no hay para qué competir con él, especialmente cuando el resto del tiempo que le queda  debe ser dedicado al gran arte de vivir en el atardecer.