jueves, 4 de enero de 2018

Enmantillado y en un cementerio nació Andrés Velásquez


Andrés Velásquez nació sobre una tumba del viejo cementerio de Puerto La Cruz, el décimo día de noviembre del 53, bajo la regencia de Plutón, dios de los muertos ¡Qué casualidad!  entre escorpiones que hicieron mutis para que pudiera actuar la Comadrona partera que entonces perseguían las onzas del perezjime­nisino. La Seguridad Nacional no creía en brujos, curanderos ni comadronas, Los perse­guía a palo limpio.
Sobre aquella loza lapidaria nació el niño y su primer vagido fue como un ensayo para despertar a los que permanecen dormidos, ajenos a toda realidad substancial. Y hay algo más de aquel acontecimiento impregnado de húmedo salitre y es que el niño nació "eninanti­liado" vale decir, con una especie de túnica que le cubría la cara. Membrana como una capa que según los científicos viene dada por la secreción que se da en el canal vaginal después que el feto abandona el saco amniótico, pero que la creencia popular le atribuye mágica excepcionalidad en cuanto que da suerte en la vida, especialmente cuando la dicha membrana es arrojada después al mar.
Porque nació enmantillado sus partidarios  creen que Andrés Velásquez, dará más de una sorpresa, aunque se dice que él se siente ennantillado al revés porque es mucha la borrasca que lo ha estremecido desde entonces. Puerto La Cruz, Cantaura, Anaco, El Tigrito y , el campo petrolero de Merecuán son testigos de una infancia llena de avatares. Después de nuevo la ciudad del mar vio emerger su adolescencia entre textos de electrotecnia pues quería ser electricista como aquellos hombres magros y curtidos de su pueblo que se deslizaban como arañas entre las redes del alumbrado público. El quería subir esos postes que termi­naban en cruces y mirar el cielo desde lo alto, sentir el relámpago y el trueno en medio de la tempestad.
No pudo continuar estudiando electricidad en la Escuela Técnica de Puerto La Cruz, porque !ido directivo del Centro de Estudiantes lo ó el "Darlings" de la política y ya mas nunca bajó la fiebre. Todo comenzó cuando en la escuela Técnica de Los Chaguarainos en Cara­cas la policía dió muerte al estudiante Mendoza ti. Recuerda que había resistencia para salir la calle a protestar y él con un cachete 'anestesiado tras haberle extraído una pieza el odontólogo en la misma Escuela, arengó al estudiantado y como Enrique Caruso en Nueva York cantando "L Judía" la boca se le llenó de Isangre y su grito y la sangre caldearon los ánimos y pronto en la calle estalló la tempestad.

Siendo directivo del Centro de Estudiantes lo extrañaron por agitador a raíz de la muerte de Mendoza Rati, estudiante de la ETI de Caracas. Le dieron oportunidad de poder continuar los estudios en la de San Félix de Guayana, pero de allí igualmente lo expulsaron y debió proseguir en la ETI de Cumaná, donde corrió la misma suerte a causa de El Tábano, un travieso periodiquito que le zumbaba en las sienes al Director. Al final lo quedó sino la alternativa de ponerse a trabajar para no estar de ocioso y apaciguar la mortificación paternal.
         Empezó trabajando como obrero en la Fábrica de Cemento de Pertigalete y allí su jefe inmediato lo sorprendió al poco tiempo con hojas clandestinas. San Félix de Guayana fue de nuevo su destino para graduarse, ya no de electricista, sino de Luchador Social en la Planta Siderúrgica de Matanzas, cuando apenas tenía 19 años (1972).
         Empezó trabajando en los muelles de la Planta y al cabo de cinco meses le impusieron como castigo trabajar en la Fábrica de Tubos que es área más fuerte, casi infernal de Sidor. La falta virtual había sido su intervención en El Portón (1974) a favor de la Plancha de Movimiento Matancero que revertirá luego en lo que es  La Causa R.   
. De suerte que el adagio según el cual "no hay mal que por bien no venga" se hizo verdad con ese movimiento que logró unir los trabajadores en torno a una bien definida propuesta de lucha a favor del bienestar y seguridad que está obligado para ellos la empresa del estado venezolano. Ese movimiento matancero que después fue la Causa-R, lo llevó a la presidencia de Sindicato Único de Trabajado­res de la Industria Siderúrgica y Similares (SUTISS) el 23 de noviembre de 1979 con un triunfo electoral realmente aplastante que humi­lló en forma imperdonable a todos los partidos representados en varias planchas. El Expreso de la Tarde tituló asi: "Arrasó Causa-R, en Sutiss. Andrés Velásquez nuevo líder de los sidoristas. La Plancha de los Matanceros-Causa R había garantizado esta mañana 7 de los once cargos directivos".
El disgusto de Fetrametal, la CTV y Fetrabolí­var, fue palpable. Ni un solo representante de ellos asistió a la toma de posesión el 10 de diciembre como hasta entonces había sido habitual y obligatorio tratándose de un proceso honesto y democrático. Comenzaba la guerra que tenia corno objetivo estrangular al naciente movimiento. Es lo que cuenta Andrés Velásquez en el libro biográfico que le escribió Farruco en forma de entrevista, publicado el año pasado por Ediciones Agua Mansa y bautizado recientemen­te en la Galería Bicentenaria.
Se hilaron las provocaciones dentro de un siniestro juego montado por Fetrametal en convivencia con quienes desde entonces han manejado la Planta Siderúrgica y a pesar de que nunca se cayó en tales provocaciones se conjugaron los intereses de los partidos despla­zados y quienes controlan Fetrametal desde "tiempo inmemorial" lograron lo que preten­dían, arrebatarles la discusión y decisión del Contrato colectivo de trabajo y firmarlo, no a la medida de las aspiraciones de los trabajadores sino a la medida de los intereses de la empresa. Un contrato al fin que no reflejaba los plantea­mientos fundamentales, entre ellos, la reducción a 40 horas de la semana de trabajo.       ,
Tras la firma del contrato, amparada por un Referendum al final amañado pues solo votaron 92 de los 17 mil obreros de la planta, vino la intervención de la Directiva del Sindicato en noviembre del 81. todavía continúa intervenido porque siempre han temido que unas nuevas elecciones libérrimas, por supuesto, ponga el sindicato en manos de los matanceros.
Cuenta Velásquez en el libro de Farruco que Ildefonso Díaz, miembro del Directorio de la Siderúrgica, encabezaba la Junta Interventora del Sindicato. Así estaban las cosas. "Entonces el movimiento esperaba que nosotros lanzase­mos un conflicto. Pero era diciembre, sabíamos lo que había por delante, y conocimos que se queda aprovechar la oportunidad para quebrar­le la cabeza o el espinazo a ese movimiento tan interesante. Y los obreros siempre nos habían dicho: "Compañeros, nada de huelga". Los representantes del GAR, de la Liga, del CLP y un mirista quinta columna, aspiraban a que -fuése- mos a un conflicto. No quisimos. Si había un precio que pagar lo pagaríamos nosotros, no quisimos arriesgar el movimiento. Así fueron las cosas. Hubo por un tiempo dos juntas, la interventora y la de nosotros, la impuesta por las mafias sindicales y la electa legítimamente por los trabajadores. Un día el presidente de Sidor, Guillermo Briceño, clausuró con soldadura la entrada al Sindicato, nos secuestraron lo que teníamos adentro. Al poco tiempo nos llamó a trabajar. Algún directivo no quiso ir, pero nosotros pensamos que el hecho de ir a trabajar no menoscaba nuestra condición de dirigente. Una vez más tomamos aquello que venía como un castigo y lo convertíamos en un factor de utilidad, de manera tal que con el trabajo podíamos tener una relación más directa con el movimiento...y la gente encantada, porque yo salía de mi trabajo y diariamente se organizaba un acto en el Portón y hablábamos Tello y yo. Salíamos a las tres de la tarde de nuestro turno de trabajo y nos quedábamos en el Portón atendiendo los reclamos sindicales. Seguíamos funcionando como sindicato sin sede, allí en el Portón de la Siderúrgica. Y bueno, ya esta gente viendo que tampoco por esa vía podía con nosotros, tomaron finalmente la decisión de despedirnos de manera ilegal, que es el litigio que presentarnos ante la Corte Suprema de Justicia".
Por detrás de ese movimiento matancero estuvo siempre presente la figura de Alfredo Maneiro de quien nunca Andrés Velásquez aprendió lo suficiente porque creía que sería longevo para terminar de aprender todo lo que le falta. Alfredo fue el mentor, el artífice, el pensamiento activo, cautivador y distinto, quien lo fue modelando a su imagen y semejanza. Hechura de Alfredo Maneiro puede decir Andrés Velásquez que es. Alfredo, un ex-comandante guerrillero que bajó de la montaña convencido de su error y que luego abandonó las filas del PCV, que estuvo como tantos otros acariciando el proyecto original del MAS para terminar fundando lo que fue inicialmente "Venezuela 83" y luego Causa-R, era filósofo y profesor en la Escuela de Periodismo de la UCV, un hombre extraordinariamente sencillo, tolerante, de gran calidad y calidez humanas, dotado de una magia especial para ganarse a la gente, excelente expositor, recio y duro en la polémica, prepara­do- para sortear los más difíciles momentos. Alfredo Maneiro sentía ainor muy especial por Guayana y sostenia siempre que "la primera tarea de la clase obrera venezolana era comen­zar reconociendo a la clase obrera de Guayana corno vanguardia y, de Guayana especialmente, a los trabajadores siderúrgicos".
No pudo Alfredo ver su obra concluida, sino apenas comenzando, dando los primeros pasos, porque murió a poco tiempo de las elecciones del 83. Su muerte resultó un duro golpe para la organización y Jorge Olavarría que debía ser el candidato presidencial, renunció a menos de un mes antes de que se venciera el plazo para presentar a los candidatos ante el Consejo Supremo Electoral. De suerte que la Causa-R decidió elegir en medio de la emergencia un candidato propio y designó a Andrés Velásquez, un trabajador de 30 años de edad, el candidato más joven de toda la historia, sin experiencia en esas lides, sin ninguna posibilidad, pero que demostró ser en el trayecto de la campaña un digno representante de los obreros. Recorrió a Venezuela en autobús y si alguna vez viajó en avión fue porque el General Alvarez Seria le regaló los pasajes. Recuerda él que luego de un programa televisivo, sus entrevistadores Sofía y Carlos Rangel lo vieron empujando el destarta­lado Volskwagen que le habían prestado y ella, Sofía, le gritó desde su Mercedes Benz: "Empu­je candidato" y el candidato no sólo empujó y pujó sino que asustó. Por lo menos en Ciudad Guayana asustó a todos los partidos, incluyendo a AD, quien todavía no ha podido responder inteligentemente a esa interrogante que es la Causa-R.