sábado, 12 de abril de 2014

DEL ANTIGUO CAFÉ ESPAÑA A LA BOHEMIA DEL MY-HA-MY..



Ocho horas diarias de cerveza y comida china hablando bien y mal de todo el mundo  *  La fauna humana más elocuente de lo pintoresco, sabio e intrascendente, se reúne aquí para rendirle tributo  a la bohemia y hacerle morisqueta a la vida.


            La vida en el “My – Ha – My” sería rutinaria si no fuese por la variedad de la tertulia y los personajes. El chinito Gond Fung tiempo haría que se habría vuelto para Hong – Kong, o estaría regentando otra taberna en algún apartado lugar de provincia, distinto a éste donde antes despachaba Mambrini y más recientemente el viejo Casanova lidiando gente como el Pope Gómez, don Félix Tomassi, Maestracci, Mandalay y tantos especimenes de la disipación y la bohemia orinoqueña.
            El boulevard Bolívar, empinado y con peldaños, tan angosto como una quebrada y del que tanto se quejan Loude Salazar, Juan Ramón Rodríguez y Elina Wulff, en nada afecta la estancia en esta esquina tan olorosa a cebada lupulosa y fermentada, sustituta del otora famoso “Café España” donde lo más popular de la abogacía de aquí discutía y arreglaba los asuntos judiciales, jugaba dominó y tomaba whisky a dos bolívares.
            El viejo Hilario Díaz, quien de vez en cuando recala por el “My – Ha – My” como añorando sus viejos tiempos, casi le da un síncope cuando el triste Concejo Municipal de entonces autorizó la demolición del antiguo inmueble de Pedro Mir para dar paso al local comercial donde ahora venden toda suerte de calzados, por supuesto, de calidad inferir a los que vende al viejo Pulido por la misma calle Venezuela subiendo hacia la tienda del poeta Abraham Salloun.
            El viejo Pulido todavía, por fortuna, está duro cosiendo zapatos aunque sin su moto de  500 CC sobre la que cabalgaba impecablemente trajeado, por todos los caminos de la ciudad, floreando a cuanta angostureña se le atravesara en medio de la perrería realenga. Don Hilario lo recuerda y casi se echa a llorar.
            Otra bellísima casa que demolieron fue la antigua Aduana sobre cuyo espacio se alza el “River City” diagonal con lo que fue el “Café España”. Muchos de los clientes consuetudinarios del Café se mudaron al “My – Ha – My” aunque ahora podríamos decir que hay otra fauna en el sentido más humano de la palabra.
            ¡Cuantas cosas suceden aquí en el My – Ha – My! Claro que no en el tiempo real sino en el tiempo de la narración. Aquí convergen los más fervorosos chismes, cuentos, enredos, comentarios, anécdotas, chascarrillos y verdades de la ciudad, al calor de la cerveza bien helada, el arroz chino, el rice-cooling y el filet de pargo a 22 bolívares, única parte del mundo a ese precio, pese a los reclamos de Víctor Bayoa diciendo que es  lau-lau. Y él debe saber de eso porque cuando prestaba servicio militar junto a Tito Beckles, ambos manejaban la cocina del batallón, allá en Paraguaná. Ahora Bayola es fotoreportero y sus colegas lo llaman el “lente lento” y Tito es brujo y carpintero. Bayola visita el My – Ha My tres veces por semana porque Rafael no le permite más, en cambio el doctor Pacífico Rodríguez es el cliente más asiduo seguido de Hernán Rojas padre, el flaco Hernán Rojas y su hermano Héctor de quien el sastre Víctor Isidro Ortiz dice que es “sonámbulo” porque lo ha visto de madrugada tocándole la puerta al chino sabiendo que éste cierra y se va temprano. Efectivamente, a las siete  de la noche, por más lleno que esté el negocio, el chinito Fung dice “no hay ma’lepacho”, coloca las cadenas, prende su carro azul modelo 70 y se va con la mujer y sus hijos. El bar.-restaurant queda solo con los cuatro ventiladores de techo disipando los vapores del lúpulo hasta las once de la mañana del día siguiente en que como el asiático portero del dios Baco pliega  las rejas de las puertas y recibe a su ansioso primer cliente que ya ha tomado café en el abasto de “los Musiu” en Perro Seco, leído la prensa en el puesto de Revista de José en el Paseo, hecho diligencias ante el Juez, saludado a “la portuguesa”, y cobradole los honorarios a Mattei. Pecífico nuca pasa de los 16 tercios. A las cinco de la tarde ya está de retirada. Se volverá a poner en pie de guerra a las seis de la mañana cuando lo despierta un gallo que Sambrano Ochoa tiene en su bufete de la calle Boyacá.
            El morocho, Hernán Rojas, el Capitán Vazquecito Ramón Zamora y el doctor Roberto Holnsqui son unas fijas en la mesa de Pacífico. Pascuzzi igual que Alcalá Mérida y Héctor Gil Linares prefiere la barra. Amilcar Fajardo gusta estar de pie lanzándole latiguillos a Pacífico, quien se desquita llamándolo “pijotero”. El negro Alejandro Vargas, homólogo de su padre el autor de Casta Paloma, llega después que ha vendido el último billete de lotería y se sienta  al lado del Maestro Silva (padre de José Laurencio y Abel silva), quien parece resolver un conflicto existencial con la bebida más antigua. Dicen que la cerveza la inventaron los egipcios hace seis mil años. El maestro Silva rinde tributo a su ensimismamiento, ajeno como niño autista a todo cuanto pasa a su alrededor. Green, a quien le mataron un hermano en la masacre de Yaracuy se arrincona mediabundo cerca de la fortaleza pintada al óleo sobre el muro extremo del restaurant. Perichamo, el mensajero del Gobernador, entra y sale a cada rato anunciándose con el ruido de la moto. Pacífico le dice que se parece a un General de Brigada. Ramón Aray que ha perdido la cuenta de las birras que comparte con Arreaza, ex–alcalde de Borbón, pregunta a Perichamo por qué lo llaman “Coquito” y éste explica que doña Inés, la madre del Ministro Leopoldo Sucre Figarella, quien de paso es su padrino, le puso ese remoquete.
            ¿Y por qué?
            No me ves el tamañote.
            Sale a relucir la anécdota cuando la prima dama doña Tatiana de Palazzi le preguntó a Enrique Aristiguieta “quien era el tal Perichamo ese” y Enriquito le contestó: “Un señor que mide como un metro noventa”. Londoño remata diciendo que tiene una fotografía donde coincidencialmente bajan en fila india por la escalera de la Gobernación: Perichamo, Zuleida Valladares, los enanitos Mayo y Mario y Roldán “Doble Feo” quien sostiene que es hijo de Pancho Lusinchi, hermano del Presidente de la República. Otro que aparece en la foto es Bezón, quien de la noche a la mañana se hizo contratista y alguien con sorna le pregunta si “esos frisos de sus obras no serán como el de los bloques de La Paragua”.
            El sastre Víctor Isidro Ortiz habla con don Hilario sobre la popular clientela del antiguo “Café España”: Joaquín Echeverría; Carlos Evaristo Rendón, Gallo Guindao, el periodista Pedro Lira, Eurípedes Meza, Héctor Rebolledo, Juan Ramón Rodríguez, el Dr. Barrios, Lucio Celli Contaste “Perico”, César Bello Dalla Costa, Pastor Ollarves, César Bello D’Escrivan, José Ignacio Von Buren y su hermano; el Pope Gómez, Calazán Sifontes y tantos otros sepultado por el tiempo.
            Cambia de tema el Negro Ortiz entre tercio y tercio y dice que se verá obligado a poner a funcionar su máquina de moler negros y que el primer en lista es el Negro Pedro Collins Linchi por haberse jubilado de URD. El chinito añade que el segundo debe ser el inspector de sanidad porque molesta mucho y paga muy atrasada. Interviene Arreaza a propósito de URD, para complacerse diciendo que los urredistas se sumaron al día de salario para la construcción de la sede de AD. Pascuzzi escucha y se le va la lengua mientras Ramón Córdova con una sonrisa contenida pasa de relancina mientras Jorge Juncal ensombrecido y con una oreja mocha se detiene a su paso para soltarle ua broma a su viejo cuate Pacífico que ya va por la décima tercera recordando las cosas del difunto Domingo Urraca que cazaba cochino con panea de papelón y tuvo en ting una buena pega con Rayo Santa María, el chofer del Ejecutivo. Alguien comenta que Rayao tiene 15 casas porque casa Gobernador lo ayuda a construir una. El viejo Marcial, ataché de Juncal y aguacil por 15 días, maldice las malas lenguas y todo el mundo se lo queda viendo, menos el chino Fung entretenido con un formulario del 5 y 6. Ramón Aray glosa y goza diciendo que la vez anterior todos los caballos del chinito llegaron de último y que por lo insólito ese cuadro ha debido se premiado. “Cuadro chino al fin”.
            Acelerado llega Baduel Parra hablando mal de Cidanes y le pregunta al “galáxico” Gil Linares si realmente cree en la existencia de los ewaipanomas y éste responde que “si” puesto que él tiene uno de criado en su casa detrás del cementerio de Jobo Liso que lo protege de Calixto Morales, Misael Briceño y López Escalona. Baduel hace un desplante, abandona, apresura el paso boulevard abajo y se estaciona en la Sastrería de Inojosa donde le monta una perorata que penetra hasta el Estudio Fotográfico del Nino Marchesse que ahora se llama “Nigo” y que “por temor a los embarcadores” comenta un señor de sombrerito que luego cambia de conversación y comenta que no hay mejor emparedado que el de caraota con bola de nieve y el de chicharrón con cuajada. Domingo Alvarez Rodríguez, Saúl Andrade, Floduardo Díaz, Leonel Jiménez Caripe y Denis Andarcia que bajan hacia los tribunales oyen la conversación de los emparedados y arrugan el semblante. Entre tanto Haydeé Franceschi desciende de su carro deportivo frente a la Galería Bicentenario sacando de órbita a todo lemonde. El capitán Piña, desertor del lugar, pero quien nunca deja de pasar por aquí mira, remira y exclama: “Oh Mademoiselle, vous est excellent”. Desde el bubete de Saúl Andrade llega flemático como un inglés el Negro Swanson y se empata en una de poesía con el “terror del boulevard bohemio”.
            Agosto es una enfermedad del calendario la inventé en Paris en 1967 por el advenimiento iluminado de Diosa y por tanta pasión gastada en ella.
            Recita el poeta Gil Linares y Carlos Bolívar que viene con su guitarra de la escuela de música “Carlos Afanador”, le hace un fondo musical mientras pica y se extiende con “la enfermedad de agosto” el poeta de la República del Este. Definitivamente el pintor José Martínez no puede continuar su conversación sobre los impresionistas Rendir, Manet y Cezane con el cinéfilo Freddy Bermúdez y el poeta Manuel. Se reubican en la acera y nadie sabe de donde revienta un piropo con sal y gracejo dirigido a Dinora, la hija de Edmundo. Nerida que viene atrás no oculta su complacencia y Mattei nadie que viene cuando está bravo ni contento.
            Adentro ha cesado por momento el recial y los poetas entablan una conversación sobre Baudelaire a quien le gustaba tanto la caña como a Edgar Allan Poe y Ludovico Silva. “Un hombre que no bebe sino agua posee demasiados secretos que esconderle a sus semejantes” dice Pascuzzi que dijo Baudelaire mientras otro hablando pro Rouseau acota que “ningún pueblo ha muerto por exceso de vino” claro – responden por allá si el Homo no sólo es Sapiens, sino también Beodus”.
            Son las siete de la tarde. Comienzan a subir los feligreses, a salir las alumnas de la Escuela de Artes y Oficios Eulalia Buroz. Luis Ishikawa pasa en su camioneta Caribe y se detiene para llamarle la atención a un policía que lanza un vaso de cartón en la vía.
            El doctor Cesatari llega puntual a su consultorio. Alcalá Mérida cierra la Inspectoría del trabajo. Marcos y Adalguisa Guevara suben a un mismo carro. Víctor Rodríguez Cova, Angélica Martínez y Cordeor Rojas coinciden en la esquina del My – Ha – My para comentar las últimas noticias. Se suma Ramón Córdova para invitar a una vinada hoy domingo 31, día de San Ramón Nonato. Alberto Rojas también ha cerrado su bufete y antes de abordar su automóvil sube hasta el chinito Fung y le pregunta se por casualidad tiene “Litrison”. El chinito responde que si y le saca para su sorpresa y consternación un litro de ron Selecto.


1 comentario:

  1. Bravo . Paisano Americo, me emociono . conoci a casi todos los mencionados , trate a casi todos. Recuerdo a TITO, Cordova, Fajardo etc etc Hasta a Lius el Japones- Desde Valencia Mi gran Saludo Fraterno . Es un paseo por la Ciudad al leer este articulo, Dr Pedro M Sanchez Nuñez

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