En 1987 murió, don Carlos Tomedes, estampa del arte popular , último miembro tal vez de una generación de trovadores y juglares del criollismo bolivarense. Carlos Tomedes le cantó a lo rural y se apegó a la realidad bucólica de su ambiente con arpegio y lenguaje de romancero.
Don
Carlos Tomédes fallecido a los 94 años (1987), dejó prolongada su existencia en
seis hijos legítimos y cuatro naturales reconocidos, aunque las malas lenguas
aseveran que son más los frutos de sus andanzas por estos predios de Dios. Se
fundan para lo dicho en lo bien parecido y cortejador que fue don Tomédes
durante su más agitado tiempo de cantor. Incansable cantor de coplas, romances
y corridos como Florentino, por el llano y por el río, sólo con su voz arreando
becerros por esteros o en el timón de algún barco orinoqueño y más de las veces
acompañado de arpa, cuatro y maraca, interviniendo en contrapunteos, en
jolgorios de amigos o en fiesta de ricachones.
Su
vena de trovador parecía alimentarse de lejanos ancestros. Su padre Miguel
Denti, el mismo padre del cuatrista Santamaría, era oriundo de Italia y
director de aquella otrora famosa Banda Pública de Ciudad Bolívar cuyos
componentes vestían de gala con uniformes importados de Florencia.
Don
Carlos Tomedes, cuando murió en febrero de 1987 tenía poco menos de la mitad de
la edad de Ciudad Bolívar, y sin embargo, se le veía ya en su pulpería del
barrio El Cambao o en su rancho de la vía Marhuanta, con una agilidad física y
mental que desearían tener muchos jóvenes de hoy marcados por los cambios
degradantes de la sociedad industrial.
A
través de su hijo Roy, músico y cantor como él, conocimos un buen día a don
Carlos Tomédes y nos llamó curiosamente la atención que cada vez que le
hacíamos alguna pregunta, nos respondía en ritmos y rimas de romance.
Tomédes
no solamente era músico y cantor sino un versificador excelente. Dotado de
buena memoria y fluida imaginación que le permitían hilvanar cada respuesta con
dejo de romance. Así debieron ser los poetas provenzales de la edad media, los
trovadores que tanto contribuyeron a propagar las lenguas romances.
El
trovador se distinguía del juglar porque componía y cantaba sus propias
canciones mientras que el juglar casi siempre cantaba las ajenas. Tomédes fue
un auténtico trovador de Ciudad Bolívar y tal vez su vena tenga origen en los
antiguos trovadores de Italia de donde era su padre. Quien haya leído un poco
de historia, verá que el arte trovadoresco se origina en Provenza (Francia) y de allí pasó primero
a Italia que a cualquier otra parte de Europa. España se alimentó mucho de este
arte que llegó a la América
a través de las corrientes colonizadoras.
Pues
bien, don Carlos Tomédes, quien no tuvo (a lo mejor la tiene y no ha sido
descubierta) una canción como Casta Paloma que lo hiciera trascender más allá
del río como ocurrió con Alejandro Vargas, era un hombre prolífico en la
versación y ello se capta en la entrevista que le grabamos un día en que su
esposa Otilia, fallecida antes que él, tocaba la guitarra para demostrarnos que
en aquella numerosa y entusiasta familia no había un solo miembro que no
supiera cantar o ejecutarse espléndidamente en cada oportunidad donde lo
autóctono y lo nuestro tenía que hacerse presente.
La
entrevista en vida con aquel señor de figura magra, vestido de liqui-liqui y
con sombrero alón, transcurrió en los siguientes términos:
Músico, Cantor, Poeta y Marino.
¿Quién es el
culpable de que sea usted músico y cantor?
-De
ser músico y cantor no se me culpe de nada porque eso viene de una herencia de
familia dejada y se ha quedado en nuestros cuerpos con sangre de ellos grabada.
Por
lo que veo ¿Cómo que también es poeta?
-El
ser poeta no se pega como se pega la sarna y el que se muere de envidia puede
probarlo, pues la ciencia de Cupido y Minerva no termina y entienda que los
Tomédes pertenecen a esa rama, que todos somos de sangre noble y en buen pozo
derramada porque don José María Cupido de mi abuelita era hermano y la ciencia
de los Minerva todos la hemos heredado y por eso somos, sin más remedio poetas
reconocidos y cantores recomendados.
¿Pero
ha sabido que antes que poeta era usted navegante?
-Ay,
hermano, cada vez que veo un barco no sabe cuanto me aguanto para no reventar
el llanto.
¿Por
qué?
-Porque
cuando fui marino yo navegué tanto y tanto que mientras más rugían las olas más
se animaba mi canto y ahora que he llegado a viejo, que ya navegar no puedo, me
he convertido en poeta.
¿Se
siente, de veras viejo, don Tomédes?
-Estoy
viejo, pero siempre como el torero con mi par de banderillas que han causado
maravillas y aplausos en el mundo entero, yo soy el poeta llanero que nació en
Ciudad Bolívar.
Tiempos que se van no Vuelven.
¿Dicen en su
barrio que es usted un guardián insoportable de sus hijos?
-Mis
hijos ya tienen vida propia y es verdad que cuando eran pollos y tenían las
alas tiernas andaba yo siempre cubriéndole las espaldas previendo que es este
mundo de ahora pudieran meterle un gallo con la espuela envenenada y que a
estos muhachos sin malicia me los mataran en la raya.
¿También
se ha dicho en su bario de lo cortejado que ra usted en sus tiempos de mozo?
-Ah,
caray, cuando veía una muchacha bonita, en las puertas de los ojos me bailaban
las paraparas.
¿Y
ahora?
-Ahora
que soy viejo sólo advierto con un consejo que ya es tiempo de que me manden
las muchachas a mi cama.
¿Para
qué?
-Buscando
que les haga músicos y poetas predispuestos a la fama porque estas artes no se
pegan así nomás como se pega la sarna.
Entonces
¿Eso es asunto de herencia?
-Eso
es asunto de herencia y valga la expresión para recordar que soy hijo de un
italiano, director de banda, en una venezolana. Mis bisabuelos eran poetas y yo
desciendo de esa cepa y además soy nacido en Guayana.
¿Cree
usted don Tomédes que todo tiempo pasado fue mejor?
-Ay
mijo, tiempos que se van no vuelven y si vuelven no los quiero porque jamás
podrán ser como los tiempos primeros y al decirlo, es la verdad, entonces si
había dinero. Había la morocota y la media morocota que sonaba bastante bonito
cuando caía en el suelo.
¿Quiere decir
entonces que la moneda de hoy no sirve?
-La
moneda de hoy es un puro papeleo que no aguanta un aguacero.
¿Cómo
eran las fiestas en tiempos de su juventud?
-¡Cómo
gozaban los hombres de aquellos tiempos primeros! Por cualquier motivo
celebraban una fiesta, mataban un becerro y venían las damas con trajes de seda
que arrastraban por el suelo porque era delicadísimo a muchachas de aquel tiempo
dejarse ver el pellejo y los hombres bailaban de aquí me voy y me vengo y a la
media noche gritaban:
“¡Arpa
que nos brinda el pueblo!”
¿Cómo
se bailaba antes?
-Le
digo con franqueza, señor, que si la gente de aquellos tiempos resucitara,
seguro que volvería a morir enseguida viendo al mundo como está moderno pero
inmortal. Antes para bailar era un punto de pañuelo, a no dejarse tocar. Hoy es
todo lo contrario, no sólo se agarran las manos sino que bailan cachete y
cachete.
¿En
esta época entonces su mujer y usted no bailan?
-Yo
sí pero mi mujer no.
Con los Ojos Bien Pelados.
¿Celoso?
-Pueda
que lo llamen celos, pero quien quiera bailar abrazado que se vaya a estrechar
un jobo. Pueda que bailen mis hijos porque han entrado en la moda, pero
tratándose de mi señora, yo siempre decía: “Está prohibido, ella no baila”.
¿Por
qué tanto rigor?
-Porque
entonces podían decir para que valen mis canas viendo que es un solo pelo el
que ha tenido tal gala y si me lo dejo arrancar así bien que me mata el frío
durmiendo solo en mí casa.
¿De
manera que en materia de amores usted siempre ha vivido con los ojos bien
pelados?
-Tenemos
que vivir con los ojos bien pelados sin que esto quiera decir que no haya regla
sin excepción.
¿Qué
quiere decir?
-Que
sí mujeres honradas, como no, que frente a frente, cada a cara, que defienden
con espada su dignidad y honor.
¿Qué
debemos hacer con las que escapan de la excepción?
-Esas
que escapan de la excepción hay que darles de vez en cuando sus cuerazas para
que asienten los pasos y para que piensen mejor.
En
definitiva ¿Cuál es su consejo?
-Mi
consejo es que hoy el hombre que se case tenga primero un mecate para andar con
la señora de noche y a toda ahora amarrada al cinturón porque hay miles de
gatos con hambre viendo dónde está el ratón. En el juego del amor por azar podré,
pero nunca por descuidado, porque siempre tranco con candado al salir de mi
portón, cosa de hallar desnucado al que brinque el paredón.
Y
apartando un poco el amor ¿Gusta usted
de los partidos?
-Yo
le voy a preguntar a quien pueda contestarme: para qué tantos partidos cuando
hay uno sólo conocido que es el de un Dios Soberano que por él somos cristianos
desde el día en que nacimos.
Dios con ser Dios tuvo un Error.
Dios con ser dios
tuvo un error. Usted no lo sabe porque eso fue cuando el diluvio. El mandó a
construir el Arca para salvar a Noé y su familia, pero de todas maneras era la
misma semilla de una humanidad imperfecta y así tenemos como en el cuento del
Burro que sufrir la misma lidia siempre el animal tumbando la carga y
corcoveando con la silla.
¿Se
considera usted un hombre de paz?
-Yo
siempre fui, he sido y moriré siendo hombre de paz. Rechazo el odio y la
intriga porque me aleja de Dios y oscurece el porvenir.
Y
para terminar ¿Qué nos dice de Guayana?
-Nuestras
glorias son sin fin en esta tierra apreciada. Ante todas las naciones tenemos
grandes ventajas, bien de frente o de perfil, ninguna otra se la iguala ni en
riqueza ni en belleza ni en vivir virtudes aclaradas.
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