lunes, 16 de junio de 2014

GUANIAMO UN RÍO DE DIAMANTES



(Reportaje de Américo Fernández publicado por el diario El Nacional el 29 de abril de1974)

El Guaniamo: un río de diamantes que
desemboca en el extranjero.

De este lado sur del Orinoco está buena parte de la tierra más vieja del mundo y, acaso, la más afortunada. Rica en hierro, manganeso, níquel, cromo, oro, diamantes, recur­sos forestales, energía hidroe­léctrica, pesca .y petróleo. To­do, excepto el hierro, el oro y el diamante, está intocable.
El hierro, como lo dijera al­guien, "se va cantando la can­ción del que no vuelve" sino transformado en neveras, au­tomóviles, cocinas y toda cla­se de artefactos.
El diamante también se lo llevan desde hace medio siglo y nos lo regresan en mínima parte tallado y engastado en medallones y anillos para que paguemos más de lo que costó sacarlo de la tierra y llevarlo al extranjero.
La extracción del diamante tiene actualmente en Guayana más atractivo y relevancia que el oro. No producimos tanto diamante como el Congo, Ghana, Sudáfrica, Angola, Li­beria o Tanganika, pero sí lo suficiente para una modesta.  Además la producción es constante, ascendente y si llegan a descubrirse  las rocas madres o kimberlíticas, no sería aventurado afirmar que Guayana o Venezuela se pondría a nivel de los grandes productores.
Valga decir que la produc­ción de diamante 'será este  año (1974) la más elevada desde 1923, cuando comenzó la explota­ción de los depósitos aluvio­nales adyacentes a los cursos de los ríos que surcan la Gran Sabana y la región del río Yuruari.
La Oficina de Minas estima que para este año la produc­ción estará ubicada por enci­ma de los 700 mil quilates métricos, algo así como 50 millones de bolívares, por los que el Fisco Nacional percibi­rá el uno por ciento en concepto de impuesto.
En 1972 la producción no llegó al medio millón de qui­lates. El incremento de ahora se atribuye a la aparición a fi­liales de octubre del año pa­sado de una "bomba diaman­tífera" denominada "El Mila­gro", la cual está situada en la zona del Guaniamo, al este de La Salvación, en el Distrito Cedeño.
Los placeres diamantíferos del Guaniamo datan desde ha­ce tres años y son los más grandes encontrados hasta ahora. Desde 1923 hasta 1969 los mineros buscaron el dia­mante en los aluviones de la cuenca del Caroni y del Cu­yuní por el lado suroriental, ahora lo buscan por la región suroccidental, en la cuenca del Cuchivero y del Caura.
Pero la meta importante del buen minero es poder dar con la génesis kimberlítica, con la roca madre del diamante. El Prof. de Geología de la UDO, José Baptista Gomes, quien realiza estudios en tal sentido,  ha comprobado, junto con el Dr. Darcey Pedro Svisero, de la  Universidad de Indiana que los diamantes del Guania­mo tienen el mismo origen de las gemas africanas.  Él ha dicho también que Angola y el Congo Belga tardarón más de 40 años en descubrir las rocas madres, trabajando e investigando en forma organizada.  Rusia aprove­chó la experiencia africana y tardó sólo 12 arios en llegar hasta las kimberlitas para figurar en las estadísticas mun­dial de los  grandes productores de la gema.
En Venezuela llevamos me­dio siglo sacando diamantes con "suruca" y de la forma más aventurada y anárquica.
Jamás aquí se ha trabajado organizadamente sobre la base de un programa, ni se ha considerado este renglón minero como un aspecto importante de la economía. A los guaya­neses, en especial a geólogos y economistas, les resulta in concebible que se haya dejado pasar medio siglo sin haberse elaborado un Programa del Diamante.

Todavía queda diamante
A pesar del diamante extraí­do en el curso continuado de  cincuenta años, todavía queda bastante como para pensar seriamente en un programa.
Los diamantes que los mineros guayaneses explotan en las cuencas de los ríos, quebradas y bolsones de los valles, lleva­dos allí por las crecientes, se cree que provienen de la For­mación Roraima cuya edad se calcula en 1.700 millones de años.
Mientras esta Formación o Grupo domine la topografía de la región, siempre habrá diamante en los cauces de los ríes y márgenes en forma más o menos esporádica, nos ha dicho en conversación informal el doctor  José Baptista Gómes.
Por otra parte, es desconocida el área abarcada en épocas anteriores por la Formación Roraima, lo que supone que puede haber diamantes en aluviones y eluviones provenientes de su destrucción en  zonas donde actualmente existe la formación. Tal concepción ofrece una perspectiva favorable del futuro del diamante dentro del aspecto económico.

Qué hacemos con el diamante
A pesar de que el diamante se explota en Venezuela (Guayana) desde 1923, no se conocen estadísticas sino desde 1937, que marca un primer período hasta 1945, en el cual el promedio de la producción se mantuvo en 18 mil quilates por año. Desde 1946 a 1955 se notó una tendencia de crecimiento de la producción.  entre 1956 y 1960 la producción tendió a bajar y finalmente, desde 1961 hasta nuestros días   en que la producción aumentó de nuevo hasta llegar a los 701 de mil quilates métricos.
La pro­ducción total desde el 37 a esta fecha se estima en más de 4 millones de quilates, algo así como 820 kilogramos de diamantes, clasificados en tres tipos: talla, industrial y Bor.  La producción actual  representa un poco menos del uno por ciento de la produc­ción mundial, pero la óptima calidad del diamante venezo­lano (60 por ciento talla) lo hace muy apreciado.
Pero ¿qué hacemos con nuestro diamante? El diamante nuestro sale en bruto hacia el extranjero por dos vías di­ferentes, la vía legal y la vía del contrabando. Se estima que si la producción diaman­tífera exportada durante los últimos diez años hubiese si­do tallada en Venezuela, nuestro  país hubiera obtenido un ingreso superior a los 40 mil millones de bolívares.

En Venezuela no existe una industria del diamante
No obstante el valor  que le agrega la talla al diamante, en Venezuela, con 50 años de ex­plotación diamantífera no existe una industria del dia­mante. Israel, sin embargo, con una población inferior a la de nuestro país y 5 cuyo suelo no existen yacimientos de diamantes, tiene una au­téntica industria confirmada diez mil talladores.  De acuerdo con recortes de nuestro archivo,  Israel im­portó en 1960 aproximadamen­te un millón y mediarle qui­lates de diamantes,  avaluados en 51 millones de dólares, Y exportó 618 mil quilates, ava­luados en 61 millones de dóla­res.

Sólo doce talladores existen en Venezuela
Tenemos información de que  en Venezuela operan ocho establecimientos pequeños donde se talla diamante y los cueles dan y los cuales dan trabajo a doce talladores, los, los únicos que hay en el país.   Estos ocho establecimientos no están en capacidad  de absorber toda la producción y de allí que esta vaya a parar a los mercados extranjeros, tal cual se va ahora la mayor parte de la producción de hierro. En me­dio siglo a nadie se le ha ocurrido fundar una escuela de Talladores de Diamantes. Capaz de formar el personal de la industria y la joyería , como medio de aumentar las fuentes  de trabajo y para que la producción diamantífera derive mayores beneficios a la nación.

El tráfico ilegal del diamante
El Ministerio de Minas no tiene conocimiento exacto de la magnitud del contrabando de piedras preciosas que se realiza a través de las fronteras con Brasil y Colombia mediante avionetas con visas de turismo que vienen desde el Norte.  Las estimaciones que aquí hacen conocedores del comercio del diamante son de un 30 por ciento con respecte a la producción controlada.
Lo intrincado de la selva y la soledad reinante en la in­mensa región de Guayana son factores propicios para el trá­fico clandestino de mineros provenientes de Brasil, Co­lombia y de la misma Guyana, que trabajan y actúan en la mayoría de los casos sin con­trol y llevándose  ilegalmente a sus países piedras preciosas de gran tamaño y óptimo rendimiento.
El minero un explotado
El pescador y el agricultor han logrado hasta cierto punto reivindicaciones.  Conocen precios, saben donde pagan mejor por su producto y cuál organismo en sustitución de patronos e intermediarios  puede acreditarle sin usuras,  El minero, y especialmente el buscador de diamantes,  no ha podido dar con las mismas facilidades,  su vida sigue siendo la de un nómada, la de un hombre que aventura en busca de fortuna, un hombre que  se juega la vida desafiando la hostilidad de la selva y trabajando sin cesar de sol a sol, desgarrando la tierra has­a sus más profundas capas para encontrar allí la piedra preciosa que deslumbra con sus facetas de líneas lumino­sas.
A veces tiene suerte, otras reces pierde su trabajo y el crédito.  Vuelve a insistir en el punto donde sospecha que hay diamantes hasta conseguir compensar sus esfuerzos. Pero pierde de pronto el sentido de la realidad., deja volteada la tierra, se va al poblado, vende el diamante encontrado, paga a quien le debe y luego pierde la razón entre copas y mujeres.  En él se cumple un círculo vicioso. Los que están por detrás de él facilitándole el trabajo son los que se aprove­chan: el comprador de dia­mantes, el comerciante de ar­tículos de consumo y toda una abigarrada gama de ex­plotadores y aprovechadores que invaden las minas cada vez que se corre la voz de una "bulla diamantífera”.  Mucha gente sensata se pre­gunta si el minero debe conti­nuar trabajando bajo estas condiciones y bajo este régi­men de libre aprovechamiento c si se establece un sistema de minería controlado por el Estado.

Asistencia social y saneamiento
Aparte de la explotación de que es víctima el buscador de diamantes, tanto en el comercio de las gemas como en los cobros por movilización o de los artículos que consume, su­fre otro problema gravísimo que es la falta de asistencia social.
En un trabajo presentado por el ingeniero Andrés Eloy Peralta Rejas al XII Congreso Interamericano de Ingeniería Sanitaria, tilda de primitivos los centros mineros, donde son frecuentes la poligamia, la poliandria y el concubinato que dan como resultado pro­les que física y psíquicamente  están destinados a no  tener hogares sanos y con bases morales sólidas.
Explica el ingeniero sanita­rista que en una estructura social como la señalada, proliferan delitos sexuales, delitos de violencia, homicidios, suicidios, alcoholismo y gamberrismo en muchos casos.
Peralta Rojas formuló su trabajo basándose en las im­presiones recogidas en las mi­nas del Guaniamo, donde constató cómo el minero vive en covachas formadas con cuatro puntales y techos ines­tables hechos con palmas, ra­mas de árboles y pocas veces material laminado.  En estas covachas de pocos metros cuadrados, sin demarcación de ambiente, cocinan, comen, descansan y procrean acom­pañados de aves, perros, cer­dos, monos y otros animales. El patio de su vivienda se con­funde con el de su vecino y allí, a cielo abierto, disponen sus excretas y todos los resi­duos sólidos.
Confrontan además una serie de riesgos tanto los mine­ros que trabajan en tierra fir­me en jornadas de diez o más horas como los que trabajan bajo el agua en los ríos. A es­tos riesgos profesionales suelen agregarse los males produci­dos por enfermedades vené­reas en todas sus formas, res­piratorias altas, agudas; gastroenteritis desnutrición, leishmaniasis, micosis, paludismo, etc. Todo esto agravado por la falta de educación sa­nitaria, la falta de recursos médico-asistenciales y saneamiento ambiental.

Cuatro zonas diamantíferas
En Guayana hay determina­das cuatro zonas diamantíferas: Cuenca del Cuchivero y del Caura, Cuenca del Caroní, Cuenca del Cuyuní y  Cuenca del Ventuari y Alto Orinoco. Las concesiones otorgadas para la explotación del diamante abarcan una superficie de 6.217 hectáreas y dentro de la zona de reserva nacional formada Amazonas y la parte del Estado Bolívar, situada al Sur del Paralelo 6º, se han decretado áreas de libre aprovechamiento.
Dentro de esa áreas de libre aprovechamiento, la zona diamantífera más importante –la mayor de todos los tiempos- es sin duda guaniano- al Sur de Caicara del Orinoco y donde han surgido pueblos mineros de nombres pintorescos: Los Bigotes del Gobernador, El Milagro, La Bicicleta, La Cuaima, Tres Choques, El Resbalón del Diablo, La Sal­vación, El Candado, Candelita, Empeluzcado, Caracolito, El Danto, La Culebra, Sabañón y Las Pavas, entre otros.
Unas diez mil personas, en­tre las cuales hay unos 4 mil brasileños y colombianos in­documentados, trabajan en esos puntos de la región del Guaniamo. El diamante aquí se encuentra a una profundi­dad de trece metros. El terreno es completamente selvático y accidentado y sólo es posi­ble horadarlo con máquinas chupadoras. Esta mina, sin incluir el diamante que sale de contrabando, produce unos 5 millones de bolívares men­suales, y significa desde el punto de vista social un ali­viadero del desempleo e incentivo a la economía de Ciudad Bolívar, que es el centro de relaciones comerciales de los mineros.

LO QUE DEBEMOS HACER
De acuerdo con opiniones del profesor José Baptista Gomes, del Ing. Andrés Eloy Peralta Rojas, del Ing. Oleg Andreiev, del Ing. Francisco Izquierdo Franklin y otros profesionales, a quienes para informaciones aisladas de prensa y  diferentes ocasio­nes nos ha tocado entrevistar, lo primero que deberían hacer es acabar con el régimen de libre aprovechamiento y establecer un sistema de mi­nería controlado por el Esta­do por considerarse que la minería libre, tal como se practica actualmente, tiene grandes fallas de orden técnico y legal y deriva un, sinnúmero de problemas sociales.
Seguidamente, reglamentar las labores de explotación del diamante a fin de acabar con una gama de injusticias y ga­rantizar al Fisco Nacional y a los mineros la participación y la protección que correspon­den; planificar y crear en Guayana una Bolea da Minera­les o Banco del Diamante pa­ra adquirir al contado la pro­ducción de medianos y pequeños productores mineros y fa­cilitar asesoramiento técni­co; crear una Escuela de Talla de Diamantes con miras a echar las bases de una indus­tria de piedras preciosas; me­didas enérgicas para acabar con el caos y la especulación, estudio para localizar la roca madre del diamante y localización de gemas en cauces antiguos, aluviones de los ríos actuales y  establecer controles y servicios mínimos sanitarios así como un servicio de educación y concienciación dirigido a un comportamiento humano más social e integral.