La
negligencia oficial dejó que muriera el único ejemplar existente del Bálsamo
del Perú en el jardín interno de la histórica casa donde se reunió (1819) el
célebre “Congreso de Angostura”. Le talaron las ramas y le aplicaron un
poderoso tóxico que lo extinguió lentamente.
Era uno de los
atractivos vegetales exóticos de la casa que solía ser confundido con el Sándalo
y el Bálsamo de Tolú originales de la India. Era comprobado un Bálsamo del
Perú, único sobreviviente de tres comprados
en un vivero de las Antillas hace más de 129 años.
Ocurrió en 1885 cuando el
Presidente del Estado Bolívar, J. M. Bermúdez Grau decidió por decreto
convertir la Plaza Bolívar en un parque porque hasta entonces era una plaza con
la estatua del Libertador en medio de una tierra parda, abrupta de peñascos
algunas veces mezclados con desperdicios o defecaciones de animales realengos
escapados de corrales cercanos.
J. M. Bermúdez Grau, cumanés, fue
un gobernante progresista y no obstante víctima de un atentado. Los citadinos bolivarenses le deben al primer
acueducto que tuvo la ciudad, el Dique de la Carioca que atajaba las aguas
desbordadas de dos grandes lagunas y la
conversión de la Plaza Mayor en un parque o jardín de árboles exóticos traídos
de Trinidad.
Comisionados para adquirir los
árboles fueron José Tadeo Ochoa, guayanés que peleó en la Guerra Federal al
lado de Ezequiel Zamora y José Félix Armas, farmacéutico cumanés radicado en
Ciudad Bolívar y a quien le debemos el esfuerzo colectivo para hacer posible el
Teatro Bolívar.
Llegaron entonces a bordo de una
goleta, bien protegidos y abonados: 3 Bálsamo del Perú, 1 Manzana del Diablo,
varias Caobas de Santo Domingo así como Cipreses, Higuerones, Acacias y Lirios
africanos.
El jardín de la plaza se inauguró
el 5 de agosto, día de Nuestra Señora de las Nieves cuyas festividades entonces eran muy religiosas y apoteósicas. Se encargaron de preparar los festejos el
doctor J. M. Emazábel, rector del Colegio Federal, el general Marcelino
Hernández y el ciudadano Rafael Aristeguieta.
Uno de esos tres ejemplares Bálsamo
del Perú fue sembrado en el patio de la casa del Congreso de Angostura y es el
único sobreviviente por lo bien cuidado que ha estado siempre.
El doctor Leandro Aristeguieta,
fundador del Jardín Botánico del Orinoco, en su libro “Los Árboles de la
ciudad” (1995) escribe lo siguiente: “Se
encuentra en los jardines de la Casa del Congreso de Angostura un árbol
bastante viejo que todos conocen bajo el nombre de Sándalo, de corteza y hojas
aromáticas, no he podido averiguar el origen de este árbol, ni quien lo plantó
allí. Después de estudiarlo hemos
llegado a la conclusión de que se trata del llamado Bálsamo de Tolú (Miroxylum
balsamum) árbol nativo y considerado medicinal por la resina aromática que
contiene”.
En El Bolivarense de 1885 existe la
nota al detalle sobre los árboles adquirido en Trinidad y aparece el Bálsamo
del Perú. Yo lo publiqué en un reportaje
en 1995. Leandro Aristeguitea lo leyó y
no lo comentó ni lo contradijo. Guardó
el silencio de quien no estaba seguro de lo que escribió.
Tampoco tiene que ver con el
Sándalo. En su libro el dice “Bálsamo o sándalo” El sándalo es un árbol
perteneciente a otro género y a otra
familia de las regiones tropicales del Asia y del archipiélago Malayo. Los
pueblos orientales utilizan su madera desde hace muchos siglos en el arte de la
talla. También la pulverizan los brahamanes de la India para marcarse la piel y distinguir a otras
castas. Los chinos la queman en sus templos durante las ceremonias religiosas y
ritos fúnebres y en cuanto al Bálsamo
del Perú se extiende desde Perú hasta México. Su resina oscura y fragante, es
utilizada en pastelería y perfumería; tiene también propiedades expectorantes y
tónicas aprovechadas en medicina.
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