Blog dedicado a trabajos periodísticos de Américo Fernández publicados en rotativos regionales y nacionales.
sábado, 16 de octubre de 2021
DEL ANTIGUO CAFÉ ESPAÑA A LA BOHEMIA DEL MY-HA-MY
* Ocho horas diarias de cerveza y comida hablando bien y mal de todo el mundo
* La fauna humana más elocuente y pintoresca, sabia e intrascendente, se reu nía aquí para rendirle tributo a la bohemia y hacerle morisqueta a la vida.
--Américo Fernández--
La vida en el “My-Ha-My” sería rutinaria sino fuese por la variedad de la tertulia y personajes. El chino Gond Fung tiempo ha que se habría vuelto para Hong-Kong, o estaría regentado otra taberna en algún apartado lugar de provincia, distinto a este donde antes despachaba Manbrini y más recientemente el viejo Casanova lidiando a gente como Pope Gómez, don Félix Tomassi, Maestrecci, Mandalay y a tantos especimenes de la disipación y la bohemia orinoqueña.
El boulevard Bolívar, empinado con peldaños, tan angostos como una quebrada y del que tanto se queja Lourdes Salazar, Juan Ramón Rodríguez y Elina Wulff, en nada afectaba la estancia en esta esquina tan olorosa a cebada lupulosa y fermentada, sustituta del otrora famoso “Café España” donde lo más popular de la abogacía de aquí discutía y arreglaba los asuntos judiciales, jugando dominó y tomando whisky a dos bolívares.
El viejo Hilario Díaz, quien de vez en cuando recala por el “My-Ha-My” como añorando sus viejos tiempos, casi le da un síncope cuando el triste Consejo Municipal de entonces autorizó la demolición del antiguo inmueble de Pedro Mir para dar paso al local comercial donde ahora venden toda suerte de calzados, por supuesto, de calidad inferior a la que vende el viejo Pulido por la misma calle Venezuela subiendo hacia la tienda del poeta Abraham Salloun.
El viejo Pulido todavía, por fortuna, esta duro cociendo zapatos aunque sin un moto de 500cc sobre la que cargaba impecablemente trajeado, por todos los camino de la ciudad, floreando a cuanta angostureña se le atravesara en medio de la perrería realenga. Don Hilario lo recuerda y casi se hecha a llorar.
Otra bellísima casa que demolieron fue la antigua Aduana sobre cuyo espacio se alza el “River City” diagonal con lo que fue el “Café España”. Muchos de los clientes consuetudinarios del café se mudaron al “My-Ha-My” aunque ahora podríamos decir que hay otra fauna en el sentido más humano de la palabra.
¡Cuantas cosas suceden aquí en el My-Ha-My! Claro que no en el tiempo real sino en el tiempo de la narración. Aquí convergen lo más fervorosos chismes, cuentos, enredos, comentarios, anectotas, chascarrillos y verdades de la ciudad, el calor de la cerveza bien helada, el arroz chino, el rice-cooling y el filet de pargo a 22 bolívares, única parte del mundo a ese precio, pese a los reclamos de Víctor Bayola diciendo que es lau-lau. Y el debe saber de eso porque cuando prestaba servicio militar junto a Tito Beckles, ambos manejaban la cocina del batallón, allá en Paraguaná. Ahora Bayota es fotoreportero y sus colegas lo llaman el “lente lento” y Tito brujo y carpintero. Bayota visita el My-Ha-My tres veces por semana porque Rafaela no le permite más, en cambio el doctor Pacífico Rodríguez es el cliente más asiduo seguido de Hernán Rojas padre, el flaco Hernán Rojas y su hermano Héctor de quien el sastre Víctor Isidro Ortiz dice que es “sonámbulo” porque lo ha visto de madrugada tocándole la puerta al Chino sabiendo que cierra y se va temprano. Efectivamente, a las siete de la noche, por más lleno que este el negocio, el chinito Fun exclama “no hay ma’lepacho”, coloca las cadenas, prende su carro azul modelo 70 y se va con la mujer y sus hijos. El bar-restaurant queda solo con los cuatro ventiladores de techo disipando los olores del lúpulo hasta las once de la mañana del día siguiente en que como el asiático portero del dios Baco pliega las puerta y recibe su ansioso primer cliente que ya ha tomado café en el abasto del “musiu” de Perro Seco, leído la prensa en el puesto de revista de José en el Paseo, hecho diligencia ante un Juez, saludado a “la portuguesa”, y cobrándole los honorarios Mattei. Pacífico nunca pasa de los 16 tercios. A las cinco de la tarde ya esta de retirada. Se volverá a poner en pie de guerra a las seis de la mañana cuando lo despierta un gallo del doctor Ramón Sambrano Ochoa que tiene en su bufete de la calle Boyacá.
El morocho, Hernán Rojas, el capitán Vazquequito Ramón Zamora y el doctor Roberto Holnquist son una fija en la mesa de Pacifico. Pascuzzi igual que Alcalá Mérida y Héctor Gil Linares prefieren la barra. Amilcar Fajardo gusta estar de pie lanzándole lantiguillos a Pacífico, quien se desquita llamándolo “pijotero”. El negro Alejandro vargas, homólogo de su padre, autor de Casta Paloma, llega después que ha vendido el último billete de lotería y se sienta al lado del Maestro Silva (padre de José Laurencio), quien parece resolver un conflicto existencial de la bebida más antigua. Dicen que la cerveza la inventaron los egipcios hace seis mil años. El maestro Silva rinde tributo a su ensimismamiento, ajeno como niño autista a todo cuanto pasa su alrededor. Green, a quien le mataron un hermano en la masacre de Yaracuy se arrincona meditabundo cerca de la fortaleza pintada al óleo sobre el muro extremo del restaurant. Perichamo, el mensajero del Gobernador, entra y sale a cada rato anunciándose con el ruido de la moto. Pacífico le dice que se parece a un General de Brigada. Ramón Aray que ha perdido la cuenta de las birras que comparten con Arreaza, ex alcalde de Borbón, pregunta a Perichamo porque lo llaman “Coquito” y este explica que doña Inés, la madre del Ministro de Leopoldo Sucre Figarella, quien de paso es su padrino, le puso ese remoquete.
¿Y por qué?
No me ves el tamañote?
Sale a relucir la anécdota cuando la prima-dama doña Tatiana de Palazzi la pregunto a Enrique Aristigueta “quien era el tal Parichamo ese” y Erniquito le contestó: “Un señor que mide como un metro noventa”. Londoño remata diciendo que tiene una fotografía donde bajan en fila india por la escalera de la Gobernación: Perichamo, Zuleida Valladadres, los enanitos Mayo y Mario y Roldán “Doble Feo” quien sostiene que es hijo de Pancho Lusinchi, hermano del Presidente de la República. Otro que aparece en la foto es Bezón, quien de la noche a la mañana se hizo contratista y alguien con sorna le pregunta si “esos frisos de sus obras no serán como el de los bloques de La Paragua”.
El sastre Víctor Isidro Ortiz habla con don Hilario sobre la popular clientela del antiguo “Café España”, Joaquín Echeverría; Carlos Evaristo Rendón, Gallo Guindao, el periodista Pedro Lira, quien falleció recientemente en Caracas, Eurípedes Meza, Héctor Rebolledo, Juan Ramón Rodríguez, el Dr. Barrios. Lucio
Celli Contasti “Perico”, Cesar Bello D’Escrivan, José Ignacio Von Buren y su hermano; el Pope Gómez, Calazán Sifontes y tantos otros sepultados por el tiempo.
Cambia de tema el negro Ortiz entre tercio y tercio y dice que se verá obligado a poner a funcionar su máquina de moler negro y que el primero en lista es el Negro Pedro Collins Linchi por haberse jubilado de URD. El chinito añade que el segundo debe ser el inspector de sanidad porque molesta mucho y paga muy atrasado. Interviene Arreaza a propósito de URD, para complacerse diciendo que los urredistas se sumaron al día de salario para la construcción de la sede de AD. Pascuzzi escucha que se le va la lengua mientras Ramón Córdova con una sonrisa contenida pasa de relancia mientras Jorge Huncal ensombrecido y con una oreja mocha se detiene a su paso para soltarle una broma a su viejo cuate Pacífico que ya va por la décima tercera recordando las cosas del difunto Domingo Urraca que cazaba cochino con panela de papelón y tuvo en Ring una buena pega con Rayo Santa Maria, el chofer del ejecutivo. Alguien comenta que Rayao tiene 15 casa porque cada Gobernador lo ayuda a construir una. El viejo Marcial, attaché de Huncal y alguacil por 15 días, maldice las malas lenguas y todo el mundo se lo queda viendo, menos el chino Fung entretenido con un formulario del 5 y 6. Ramón Aray glosa y goza diciendo que la vez anterior todos los caballos del chinito llegaron de último y que por lo insólito ese cuadro ha debido ser premiado. “Cuadro chino al fin”.
Acelerado llega Baduel Parra hablando mal de Cividanes y le pregunta al “galáxico” Gil Linares si realmente cree en la existencia de los ewaipanomas y este responde “si” puesto que tengo uno de criado en mi casa detrás del cementerio de Jobo Liso que me protege de Calixto Morales, Misael Briceño y López Escalona. Baduel hace un desplante, abandona, apresura el paso por el boulevard y se estaciona en la Sastrería de Injosa donde le monta una perorata que penetra hasta el estudio Fotográfico de Nino Marchesse que ahora se llama “Nigo” y que por temor a los embargadores comenta un señor de sombrerito que luego cambia de conversación y comenta que no hay mejor emparedado que el de caraota con bola de nieve y el de chicharrón con cuajada. Domingo Alvarez Rodríguez, Saúl Andrade,, Floduardo Díaz, Leonel Jiménez Carupe y Denis Andacia que bajan hacia los tribunales oyen la conversación de los emparedados y arrugan el semblante. Entre tanto Haidee Franceschi desciende de su carro deportivo frente a la Galería Bicentenario sacando de órbita a too lemonde. El capitán Piña, deserto del lugar, pero quien nunca deja de pasar por aquí mira, remire y exclama: “Oh Mademoiselle, vous est excelent!”
Agosto es una enfermedad de calendario la inventé
en París en 1967 por el advenimiento iluminado
de Diosa y por tanta pasión gastada en ella
Recita el poeta Gil Linares y Carlos Bolívar que viene con su guitarra de la escuela de Música “Carlos Afanador”, le hace un fondo musical mientras pica y se extiende con “La enfermedad de agosto” el poeta de la República del Este. Definitivamente el pintor José Martínez no puede continuar su conversación sobre los impresionistas Ronier, Manet y Cesane con el cinéfilo Freddy Bermúdez y el poeta Manuel Barazarte. Se ubican en la acera y nadie sabe de donde revienta un piropo con sal y gracejo dirigido a Dinora, la hija de Edmundo. Nerida que viene atrás no oculta su complacencia y Mattey nadie sabe cuando esta bravo ni contento.
Adentro ha cesado por momento el recital y los poemas para hablar sobre los bohemios sobre famosos que chupaban tanto la caña como a Edgar Allan Poe y Ludovico Silva. “Un hombre que no bebe sino agua posee demasiado secretos que esconderle a sus semejantes” dice Pacuzzi que dijo Baldelaire mientras otro acotaba que “ningún pueblo ha muerto por exceso de vino el Homo no solo es sapiens, sino también Beudus”.
Son las siete de la tarde. Comienzan a subir los feligreses, a salir los alumnos de la Escuela de Arte y Oficios Eulalia Buroz. Luis Ishikama pasa en su camioneta Caribe y se detiene para llamarle la atnción a un policía que lanza un vaso de cartón a la vía.
El doctor Cestari llega puntual a su consultorio. Alcalá Mérida cierra la Inspectoría del Trabajo. Marcos y Adalgisa Guevara suben a un mismo carro. Víctor Rodríguez Coa, Angélica Martínez y Roberto Rojas coinciden en la esquina del my-Ha-My para comentar las últimas noticias. Se suma Ramón Córdova para invitar a una vinada hoy domingo 31, día de San Ramón Donato. Alberto Rojas también ha cerrado su bufete y antes de abordar su automóvil sube hasta el chinito Fung y le pregunta que si por casualidad tiene “Litrison”. El chino responde que si y le saca para su sorpresa y consternación un litro de ron selecto.
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