domingo, 15 de octubre de 2017

CARLOS TOMEDES Músico y cantor de Guayana



-Américo Fernández-

Carlos Tomedes vivió más de 80 años y se adelantó a prolongar su existencia con seis hijos legítimos y cuatro naturales reconocidos, aunque las ma­las lenguas aseveran que son más los frutos de sus andan­zas y se fundan para lo dicho en lo bien parecido y corte­jador que fue el viejo durante su más agitado tiempo de incansable cantor de coplas como Florentino, por el Llano y por el Río, sólo con su voz arreando bece­rros por la sabana o en el timón de algún barco orino­queño y más de las veces contrapunteando en el jolgorio de un amigo o en la fiesta de un orondo ricachón.
Su vena de trovador le venía a Carlos Tomedes por el cos­tado de la música. Su padre Miguel Denti, el mismo pa­dre del cuatrista Nicanor Santamaría, era oriundo de Italia y un auténtico profesional de la música, Director de aquella otrora famosa Banda Pública de Ciudad Bolívar cuyos componentes vestían de gala con uniformes importados de Florencia
Si Tomedes hubiera tenido Escuela habría sido todo un artista popular en vez de  pulpero en uno de los barrios más pobres y estrechos de la capital, un clásico compositor o poeta de profundidad como lo fue­ron sus antecesores por la línea de su Padre.
Cuando lo entrevistamos en abril de 1973, Car­los Tomedes tenía poco me­nos de la mitad de la edad de Ciudad Bolívar, y sin embargo, lo veíamos en su bodega del Barrio "El Cam­bao" con una agilidad física y mental que desearían te­ner muchos jóvenes de hoy marcados por los cambios de una civilización viciada por las drogas, la publicidad alienante y la liberación sin término ni medida.
Por referencia y por ob­servación personal conocía­mos de antemano al viejo Tomedes y se nos ocurrió pocos días antes de la Sema­na Santa, hablar con él mien­tras despachaba detrás de su mostrador.
Las preguntas y respues­tas transcurrieron así, en forma cordial y pintoresca, casi siempre versando  sus respuestas:
¿Quién, amigo Tomedes,  es el culpable de que sea usted músico y cantor? fue nuestra primera pregunta de una entrevista para la revista “Paralelo 8”  de Puerto Ordaz.
De ser músico y cantor no se me culpe de nada por­que eso viene de una heren­cia de familia y se ha quedado en nuestros cuerpos con sangre de ellos grabada. El ser poeta no se pega como se pega la sarna y' el que se muera de envi­dia puede probarlo, pues la ciencia de los Cupidos y de los Minervas no se ha terminando de entender que los Tomedes pertenecen a esa rama, que todos somos de sangre noble y en buen pozo derramada porque don José María Cupido de mi abuelita era hermano y la ciencia de los Minerva todos la hemos heredado y por eso somos, sin más remedio poetas re­conocidos y cantores reco­mendados.
Pero he sabido que antes que Poeta era usted navegan­te?
Ay, hermano, cada vez que veo un barco no sabe cuánto me aguanto para no reventar el llanto que cuando fui marino yo navegué tanto y tanto que mientras más rugían las olas más se animaba mi canto y ahora que he llegado a viejo, que ya navegar no puedo, me he convertido en poeta y tam­bién, ya lo vez, en este tra­jín de pulpero.
Se siente, de veras, vie­jo don Tomedes?
—Estoy viejo, pero siem­pre como el torero con mi par de banderillas que han causado maravillas y aplau­sos en el mundo entero, yo soy el poeta llanero que na­ció en Ciudad Bolívar.
Dicen en su barrio que es usted un guardián inso­portable de sus hijos?
Mis hijos ya  tienen vida propia y es verdad que cuan­do eran pollos y tenían las alas tiernas andaba yo siem­pre cubriéndole las espaldas previendo que en este mundo
de ahora pudieran meterle un gallo con la espuela envene­nada y que a estos muchachos sin malicia me los mataran en la raya.
También se ha dicho en su barrio de lo cortejador que era usted en sus tiem­pos mozos?
Ah, caray, cuando veía una muchacha bonita, en las puertas de los ojos me baila­bá' las paraparas. Ahora que soy viejo sólo advierto con un consejo que ya es tiempo de que me manden las mu­chachas a mi cama buscando que les haga músicos y poetas predispuestos a la fama por­que estas artes no se pegan así nomás como se pegan las sarnas. Eso es asunto de herencia y valga la expresión para recordar que soy hijo de un italiano director de banda, en una venezolana. Mis bisabuelos eran poetas y yo desciendo de esa cepa y ade­más soy nacido en Guayana.
Cree usted,que todo tiempo pasado fue me­jor?
—Ay, mijo, tiempos que se van no vuelven y si vuelven no los quiero porque jamás podrán ser como los tiempos primeros y al decirlo, es la verdad, entonces si había dinero, había la morocota y la media morocota que so­naba tan bonita cuando caía en el suelo. La moneda de hoy en cambio es un puro papeleo que no aguanta un aguacero. Cómo gozaban los
hombres de aquellos tiempos primeros. Por cualquier mo­tivo celebraban una fiesta, mataban un becerro y venían las damas con trajes de se­da que arrastraban por el suelo porque era delicadísi­mo a muchachas de aquel tiempo dejarse ver el pellejo y los hombres bailaban de aquí me voy y me vengo y a la media noche gritaban: "arpa que nos brinda el pue­blo!".
Cómo se bailaba antes?
Le digo con franqueza, señor, que si la gente de aquellos tiempos resucitara seguro que volvería a morir enseguida viendo al mundo como está moderno pero in­moral. Antes para bailar era a punta de pañuelo, a no dejarse tocar. Hoy es todo lo contrario, no sólo se agarran las manos sino que bailan cachete y cachete.
En esta época entonces su mujer y usted no bailan?
—Yo sí pero mi mujer no baila. Pueda que lo llamen celos, pero quien quiera bai­lar abrazado que se vaya a estrechar un jobo. Pueda que bailen mis hijos porque han entrado en la moda, pero nunca mi señora, está pro­hibido, ella no baila. Porque entonces podrían decir para qué valen mis canas viendo que es un solo pelo el que ha tenido tal gala y si me lo dejo arrancar así bien que me mata el frio durmiendo solo en mi cama. Nosotros los casados tenemos que vivir con los ojos bien pelados sin que esto quiera decir que no haya regla sin excepción, que si hay mujeres enamoradas, como no, que frente a frente cara a cara, que defienden con espada su dignidad y ho­nor. Pero esas que escapan a la excepción hay que dar de vez en cuando su cue­razo para que asienten los pasos y para que piensen mejor.  Mi consejo es que hoy el hombre que se case tenga primero un mecate para an­dar con la señora de noche y a toda hora amarrada al cinturón porque hay miles de gatos con hambre viendo dónde está el ratón.. En el juego del amor por azar po­dré, pero nunca por descui­dado, porque siempre tranco con candado al salir de mi portón, cosa de hallar des­nucado al que brinque el pa­redón.
¿Qué opina usted de los partidos?
—Yo le voy a preguntar a quien pueda contestarme: Pa­ra qué tantos Partidos cuan­do hay un solo conocido que es el de un Dios soberano que por él somos cristianos desde el día en que nacimos.
Cree usted en Dios como un ente perfecto?
—Dios con ser Dios tuvo un error. Usted no lo sabe porque eso fue cuando el Di­luvio. El mandó a construir el Arca para salvar a Noe y su familia, pero de todas maneras era la misma se­milla de una humanidad im­perfecta y así tenemos como en el cuento del Burro que sufrir la misma lidia siem­pre el animal tumbando la carga y corcoveando con la silla.
Por lo que veo es usted un hombre de paz?
Yo siempre fui, he sido y moriré siendo hombre de paz. Rechazo el odio y la intriga porque me aleja de Dios y obscurece el porve­nir.
Y para terminar que nos dice de Guayana su tierra?
—Nuestras glorias son sin fin en esta tierra apreciada. Ante todas las naciones tene­mos grandes ventajas, bien de frente o de perfil, ninguna otra se la iguala ni en ri­queza ni en belleza ni en vir­tudes aclaradas.


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