martes, 11 de junio de 2024

Correo del Caroni 1997 ANÉCDOTAS QUE VUELAN Y ATERRIZAN

El mundo de la aeronáutica está llano de anécdotas y en un vuelo rasante que hicimos en estos días, abrigamos éstas que cubren todas las rosas de los vientos. POR LA MALETA SE SACA AL PASAJERO Nico (Nicomedes Farfán) grueso, bajo de piel oscura, de andar lento y hablar pausado, tiene tres hijos que no son de él y una mujer que era de su compadre, pero sus afectos más antiguos están en el aeropuerto desde que éste era el popular descampado de la Laja de la Llanera, justo donde acampó el General Manuel Piar con su ejército cuando venía zumbado a conquistar Guayana en 1.817. Antes de ser confinado al aeropuerto actual, aquello era una sabana donde operaban los pioneros de la aeronáutica local. Allí Nico, siendo un mozalbete, comenzó a trabajar cuidándole la avioneta Flamingo al explorador Jimmy Ángel, de la cual guarda tan profundos recuerdos que cuando le cayó un árbol por el lado izquierdo y luego la embistió una camioneta, se desmayó y hubo que revivirlo con sales. Nico soñaba con aeronavegar en aque- lla avioneta que precia más segura que los aviones Latér 28 volando desde Maracay, pero se le derrumbó el sueño el mismo día de octubre en que la Flamingo se precipitó sobre el Auyantepuy. Nico sufrió una neurosis aerofóbica que le impedía montarse en esos aparatos voladores hasta que en una fecha aniversaria de Avensa, Alfredo Boulton lo obligó a montarse en un Allison para ponerle una medalla en Caracas. Nico fue hombre de confianza de Don Pedro Schaefli y de su hijo Otto, desde que Avensa inició sus vuelos en la ciu- dad en un Douglas C-29, febrero de 1.945. No obstante estar jubilado debido avanzada edad, casi ochenta, Nico continuaba hasta hace poco yendo diariamente al terminal del Aeropuerto a revisar entregar el equipaje, pero evidenteménte que los ojos no le dan, todas maneras se defendía confiando en la máxima según la cual "por la maleta se saca al pasajero”. UN SORDOMUDO COMUNICATIVO Discípulo de Nico era el sordomudo Clovis Guevara, quien acusaba una viveza diligente desde que amanecía hasta el aterrizaje del último de los aviones que cubren las rutas de las minas diamantíferas y auríferas del interior de Guayana. La tarea diaria que le había impuesto la necesidad de un ingreso más o menos estable, consistía en acarrear carga y pasajeros hacia determinada aeronave, lo cual le reportaba doble propina: la del piloto y la del viajero. Podía, además, solicitar combustible con su onomatopéyica voz, calentar los motores y carretear la avioneta de un lugar a otro si era preciso, salvo que siempre se negaba a volar porque, al igual que a Nico, apa- rentaba sufrir de aerofobia. El miedo a los aviones le vino desde que el Capitán Rubén Vargas, piloto de un bimotor oficial en el que viajaba Como invitado, embanderó intencionalmente el motor derecho. Al percatarse, el Mudo Clovis se zafó el cinturón, corrió alborotado hasta la cabina y esti¬rando el brazo derecho y dándole de canto con su mano izquierda casi que habló por primera vez. El piloto comentó después haber dis-frutado por anticipado de lo que fue siempre un reiterado episodio de hilari¬dad en el diario discurrir del aeropuerto, donde el Mudo, a pesar de su incapaci¬dad para hablar, era el que mejor se comunicaba y entendía con la gente, menos cuando lo dieron por perdido y hubo que movilizar a la Policía. El Mudo, tres días fuera de su casa sin pre¬vio aviso, fue hallado en Canaima y nadie supo jamás cómo llegó a aquellos predios. NIEHOUS Y JUAN BOLIVAR Estaba entonces el Mudo más perdido que William Frank Niehous, el Vicepresidente de la Owens Illinois, secuestrado por grupos guerrilleros durante más de tres años y motivo tam¬bién, por cierto,1 de dos incidencias anecdóticas. Una, según la cual, a dis¬gusto del Comandante del Batallón de la V División de Selva, el piloto Juan Bolívar, por llegar primero al Hato Dividive, le tocó trasladar a Niehous en el helicóptero de la Gobernación hasta Ciudad Bolívar. Cuando se hallaba en pleno vuelo, el Comandante iba por la frecuencia volver a trasbordar Niehous al helicóptero del Ejército, pero el “Indio se puso duro: “Lo lamento, Comandante, el cielo es mío, el deber de usted es custodiarme”. ++++ Nunca habían aterrizado en Bolívar tantos aviones de turismo ese día, alrededor de cuarenta; Rigoberto Belisario, J Aeropuerto, que cuando Niel de varias horas en la ciudad n las autoridades, se reembarca, trasladado a Caracas, Efrén Bi de Zona, lo llamó: “Al Niehous”. Este se volteó y saludando con la mano; peri aclaró: “No, Mr. Niehous, s< mos saber ¿cuándo vuelve?. ' con rostro compungido excla noo, God forbidü!” todas maneras se defendía confiando en la máxima según la cual “por la maleta se*saca al pasajero”. UN SORDOMUDO COMUNICATIVO Discípulo de Nico era el sordomudo Clovis Guevara, quien acusaba una viveza diligente desde que amanecía hasta el aterrizaje del último de los avio¬nes que cubren las rutas de las minas diamantíferas y auríferas del interior de ' Guayana. La tarea diaria que le había impuesto la necesidad de un ingreso más o menos estable, consistía en acarrear carga y pasajeros hacia determinada aeronave, lo cual le reportaba doble propina: la del piloto y la del viajero. Podía, además, solicitar combustible con su onomatopéyica voz, calentar los motores y carrete¬ar la avioneta de un lugar a otro si era preciso, salvo que siempre se negaba a volar porque, al igual que a Nico, apa-rentaba sufrir de aerofobia. El miedo a los aviones le vino desde que el Capitán Rubén Vargas, piloto de un bimotor oficial en el que viajaba como invitado, embanderó intencional¬mente el motor derecho. Al percatarse, el Mudo Clovis se zafó el cinturón, corrió alborotado hasta la cabina y esti¬rando el brazo derecho y dándole de canto con su mano izquierda casi que habló por primera vez. El piloto comentó después haber dis-frutado por anticipado de lo que fue siempre un reiterado episodio de hilari¬dad en el diario discurrir del aeropuerto, donde el Mudo, a pesar de su incapaci¬dad para hablar, era el que mejor se comunicaba y entendía con la gente, menos cuando lo dieron por perdido y hubo que movilizar a la Policía. El Mudo, tres días fuera de su casa sin pre¬vio aviso, fue hallado en Canaima y nadie supo jamás cómo llegó a aquellos predios. NIEHOUS Y JUAN BOLIVAR Estaba entonces el Mudo más perdido que William Frank Niehous, el Vicepresidente de la Owens Illinois, secuestrado por grupos guerrilleros durante más de tres años y motivo tam¬bién, por cierto,1 de dos incidencias anecdóticas. Una, según la cual, a dis¬gusto del Comandante del Batallón de la V División de Selva, el piloto Juan Bolívar, por llegar primero al Hato Dividivi, le tocó trasladar a Niehous en el helicóptero de la Gobernación hasta Ciudad Bolívar, pero cuando se hallaba en pleno vuelo, el Comandante lo conmina¬ba por la frecuencia volver a tierra para trasbordar Niehous al helicóptero del Ejército, pero el “Indio de Camurica” se puso duro: “Lo lamento, Comandante, el cielo es mío, el deber de ustedes es custodiarme”. Nunca habían aterrizado en Ciudad Bolívar tantos aviones de turbina como ese día, alrededor de cuarenta. Y cuenta Rigoberto Belisario. Jefe del Aeropuerto, qüe cuando Niehous, luego de varias horas en la ciudad reunido con las autoridades, se reembarcaba para ser ... trasladado a Caracas, Efrén Bolívar, Jefe de Zona, lo llamó: “Alooo, Mr. Niehous”. Este se volteó y respondió saludando con la mano, pero Efrén le aclaró: “No, Mr. Niehous, sólo quere¬mos saber ¿cuándo vuelve?. Niehous con rostro compungido exclamó: “Oh, noo, God forbidü!” EL PRESIDENTE DE NICARAGUA A quien no le quedó ganas de volver tampoco, fue al Presidente de Nicaragua, Anastasio Somoza Debayle, luego de asistir en Puerto Ordaz a una reunión de mandatarios de los países del Caribe. De ninguna manera, porque Carlos Andrés Pérez no lo haya recibido en el Aeropuerto alterno de Ciudad Bolívar (siempre hay una excusa diplomática), sino porque se llevó un gran susto. El avión presidencial - un Sable - donde venía, aterrizó justo con el último litro de gasolina. Pero en la Estación del Aeropuerto, donde permaneció durante dos horas atendido solícitamente por Rigoberto Belisario y Efrén Bolívar, no había el combustible apropiado para esa aeronave, por lo que debió reanudar el vuelo hasta Puerto Ordaz con gasolina adrenalina acelerando el ritmo cardíaco. Poco tiempo después, el 27 de septiem¬bre de 1980, llevaría un susto mayor, y mortal, sería asesinado en Paraguay. VUELO RASANTE Susto con peligro de perder su licen-cia también sufrió el Capitán Parra, pilo¬to de un DC-9 de Avensa, cuando para complacer a los organizadores de la Semana de la Aviación que culmina el 29 de septiembre, realizó un vuelo rasante sobre el aeropuerto, a mil pies de altura. Un Papparazo que también los hay en la ciudad, tomó la foto y, para impresionar al director del periódico que pagó por ella, hizo un montaje en el que el DC-9 se veía casi rozando los aviones parqueados de Rutaca. De la peripecia tuvo conocimiento la División de Aeronáutica del MTC que decidió amonestarlo, entonces se movilizó y el Papparazo quedó al des¬cubierto. UNA QUE PERDIO EL CHIVO MATUTE El chivo Matute, al igual que Guzmán López, ambos retirados, sobresalen por su veteranía y conocimiento de las rutas de la selva. Pero era fama dentro de su gremio que el Chivo Matute jamás había perdido en el juego de la actitud aero¬náutica hasta el día en que Efrén Bolívar, Jefe de Zona, le pidió que lo lievara a El Dorado en el avión privado que pilotaba, para practicar una inspección. Cumpliendo el mandado, El Chivo exi¬gió honorarios por sus servicios, pero como está prohibido realizar vuelos comerciales en aviones privados, Efrén respondió diciéndole que le cobrara al Jefe del Aeropuerto. EL JET CARIBE Estaban de moda aquellas lanchas veloces, rapidísimas, connotadas con el nombre de “Jet Caribe”, las cuales hací¬an el tránsito entre Puerto la Cruz y Margarita y “Cabeza de Piedra”, el foto grafo del periodista Rafael Gómez Martínez (Ragan), quien cubría la fuen¬te del Terminal del Aeropuerto, los úni¬cos jet que conocía, eran los de Aeropostal y Avensa, de manera que el “Jet Caribe”, él lo pensaba como la últi¬ma novedad de la ciencia y la tecnología aeronáutica y a sabiendas de ello, Ragan le ordenó en la mañana a su reportero gráfico que tuviese atento y sin que se enterara la competencia, de la llegada al Aeropuerto, de un momento a otro, del “Jet Caribe”. Todo el día y casi que duerme en el Aeropuerto, Cabeza de Piedra, estuvo esperando la llegada del Jet Caribe hasta que alguien condolido lo puso al tanto del tubazo que estaba recibiendo en la mera y dura testa, sin darse cuenta. Algo parecido le ocurrió a Femando - Sierra, periodista de El Bolivarense, cuando Enrique Aristiguieta lo mandó a esperar el Challenger en su viaje orbital sobre la Tierra, pues tenía escala prevista. LEOPOLDO Y SU PILOTO: DOS QUERREQUERRES El extinto Leopoldo Sucre Figarella tenía fama de “querrequerre" y herméti¬co. Para complemento, se buscó de pilo¬to oficial a Angel Dionisio López, pro¬fesional de muy pocas palabras y arre¬chucho como él. Durante tres años pilo¬tando para el Ministro, sólo una vez le habló en vuelo y ocurrió un día de tiem¬po muy nuboso y cerrado que le impedía llegar a su destino, La Carlota: “Ministro, ¿qué hacemos, nos desvia-mos a Maiquetía?. Era lo más viable, alternar en Maiquetía, pero el Ministro, impredecible, ordenó retomar a Ciudad Bolívar. LA LLAVE DEL AEROPUERTO Y es que ¿El Aeropuerto tiene llave o la pista 06 tiene acaso una puerta con su respectiva cerradura?. Vaya si lo saben los Controladores de la Torre. Ellos, por si usted no lo sabía, están al tanto, pues es frecuente cuando llega un novato a prestar servicio, mandarlo a la casa de ellos a buscar las llaves. “Por favor, coleguita, se me quedaron las llaves de la Pista?. Y el coleguita recién graduado sale diligente y regresa, no con las llaves sino con una “cerradura” de tonto. Así como en otras profesiones suele pagarse el noviciado. * VIENTO DE COLA A Barretico, el hermano de Oscar Barreto "Zamurito”, cuando ya para gra¬duarse le tocó íngrimo hacer su primer vuelo de prueba sobre la ruta Ciudad Bclívar-Santomé, su pueblo de cuna', fue desviado por un fuerte viento de cola y no pudiendo corregir el rumbo decidió aterrizar en una sorpresiva pista de los llanos del Guárico. Horas después pasó un avión de Avensa y el novato aviador a través de su frecuencia le da a conocer el lugar donde se encuentra, y que real-mente se siente perdido. “Averigua” - le responde el Capitán de Avensa - Y- el piloto novicio acepta: “Okey, yo te vuel¬vo a llamar, déjame alcanzar aquel cam¬pesino que va muy allá en su burrito”. ESTE PASAJERO NO ES MIO Marcos Dinelli, otrora camarógrafo de Radio Caracas TV, atento a la emergen¬cia de un DC-3 al que no le salía el tren de aterrizaje, se sienta atrás en la Ambulancia que ha sido puesta junto cdn el Carro-Bomba del Cuerpo de Bomberos Aeronáuticos, para auxiliar al avión tan pronto su piloto lo aterrice de barriga. En efecto, tan pronto aterrizó, la ambulancia salió disparada hacia la pista y Dinelli que veía perdido el ángulo visual de su objetivo, se lanzó asido aja cámara y dió varias vueltas sobre el pajonal resultando con traumatismos y una herida en la frente. Los ocupantes del avión, no obstante lo aparatoso del aterrizaje, salieron ilesos, pero el piloto extrañado de ver a Dinelli herido, pro¬rrumpió: “No, que va, este pasajero no es mío”.

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