Entrevista de Américo Fernández al Campeón Olímpico Francisco “Morochito”
Rodríguez el 17 de diciembre de 1968 para el diario El Nacional
Morochito Rodríguez en Ciudad Bolívar
No ha Nacido todavía mi sucesor
Ciudad Bolívar, 17. (Especial).
Me ha resultado más fácil entrevistar al Presidente de la República que al
ídolo nacional Francisco Morocho Rodríguez,
no obstante que su guardia la deja, junto con los guantes, colgada en el
ring. El problema es que a Morochito lo asedian las mujeres y los
hombres que admiran la reciedumbre de sus
puños.
Las mujeres quieren besarlo, que les dé su autógrafo o bailar con él, mientras que los hombres sólo
quieren estrechar la mano y admirar de muy
cerca al "pequeño gigante cumanés".
Desde las cinco y media de la tarde
de ayer hasta las once de la noche
buscamos el momento más libre y
oportuno para llegar hasta el campeón y hacerle algunas preguntas para
el periódico; sin embargo, cada pregunta
suelta lanzada tuvo una interrupción
aproximada de cinco minutos. Ni la
ayuda gentil de su flamante novia, una linda aeromoza, nos pudo evitar
las desesperantes interrupciones.
Al fin, tirado el anzuelo, fuimos
pescando en medio del asedio de los circunstantes, en medio de la
aglomeración, del bullicio de la gente, del ritmo del conjunto que animó la
fiesta y del cocktail de camarones que sirvieron
de primero en la cena.
z —Morocho, ahora que ,has anunciado tu retiro del boxeo, ¿quién crees que será tu susesor?
Piensa y tira con la misma ligereza
de sus puños y atravesando la
sonrisa de su novia que me separa de él, contesta:
—Realmente creo que todavía no ha nacido mi sucesor.
Además, mi 'anunciado retiro del boxeo es relativo, pues es probable que continúe representando a mi país en los
grandes acontecimientos olímpicos.
—Entonces ¿qué es por fin? ¿Te retiras o no te retiras? ¿No será que has sido mal entendido cuando quieren decir que no darás el
salto al profesional?
Morocho trata de darme unas palmadas en el hombro diciendo:
—Eso es. No quiero ser profesional, sino un símbolo, pero
no un símbolo estático sino activo dentro del boxeo amateur. No estar peleando a
cada rato, sino que me preparare cuando
sea necesario representar a mi país en un evento internacional de importancia.
Así se lo he prometido a mi madre, quien se mortifica por mí cada vez que me
encuentro entre las cuerdas.
—Muy bien, Morocho, ¿pero qué piensa
hacer mientras tanto?
—Pienso trabajar y alternar mi trabajo con un curso, de mecánica.
—¿Trabajar qué y dónde-?
—No sé todavía. Tengo que esperar hasta enero porque me han
hecho muchos ofrecimientos que
seguramente no cristalizarán
hasta-esa fecha.
Morocho desvía la atención hacia el doctor Francisco
Tepedino Albertini, Gobernador Encargado, que está sentado a su derecha, al tiempo que llegan
otras personas para saludarlo. Mientras tanto el
corresponsal habla con la joven morena vestida de blanco que está con la
sonrisa fresca sentada al lado del atleta.
—Y, usted señorita, perdone, ¿es la
novia del Morocho? —Sonríe y de sus labios se desprende un "sí"
sugestivo.
Por favor, ¿puede dar su nombre?
—Rosario González. Soy aeromoza de Aeropostal.
—¿Es imprudente preguntarle la edad?
No. Tengo 21 años.
—¿Tiene mucho tiempo conociendo al Morocho?
Desde que somos novios. Hace creo que tres meses. Nos
conocimos durante el vuelo 3118 Maiquetía -C
umaná-Porlamar.
El Morocho se da cuenta de la conversación y sentencia a
su prometida con una mirada.
Estoy conociendo a tu novia, Morocho.
Mi novia! dice el Morocho fingiendo una sorpresa tímida. Luego hace un gesto basculante con la mano y agrega: —ahí, ahí. Rosario
no se disgusta y el corresponsal prosigue las preguntas al campeón.
¿A quién le debes el título que ahora posees?
—A nadie. A mi mismo. A mí dedicación y esfuerzo.
—¿Quién ha sido tu mejor consejero?
—No lo conozco.
—¿Qué opinas del deporte en Venezuela?
—En términos generales es bueno, destacándose más el boxeo. El boxeo
está dando valores que si se orientan bien, se cuidan y conservan, darán muchas
glorias a Venezuela.
—¿Cuál es tu lado flaco en el boxeo?
—No ha sido descubierto todavía
-Tu mayor dificultad durante las
Olimpíadas?
—Haber tenido que pasar cinco días de hambre tratando de rebajar cinco kilos de peso.
—¿Que piensas de Ciudad Bolívar?
—Es una ciudad muy linda y de gente acogedora. Estoy agradecido de sus tributos y me consuela
saber que la primera vez que vine a una exhibición fui objeto también de una
manifestación de aprecio que ahora se ha multiplicado. Creo que la próxima vez
me sentiré más pequeño de lo que soy ante
la grandeza del corazón de este
pueblo.
—Perdóname, Morocho, que te haga esta pregunta; pero veo
en mi contacto diario con la ciudadanía que ella está interesada en saber
¿por quién vas a votar?
Morocho hizo un movimiento de desagrado con la cabeza y respondió:
—Nunca he sido político. Estoy conociendo eso ahora. Eres el primer periodista que me hace esa pregunta,
Y Morocho, visiblemente disgustado,
aunque se concilió después con el periodista, cortó la entrevista
definitivamente y se fue a bailar con una linda jovencita que lo invitó sin pedir la anuencia de su novia.