(Entrevista hecha por Américo
Fernández y publicada en el diario El Expreso el 3 de abril de 1988)
Raúl Villegas cumple 80 años. Nació en 1908,
el 3 de abril, un día que nos recuerda al
escritor norteamericano Washington Irving y
al actor Marlon Brando, aunque de ellos
no exhiba Raúl sino la voluntad, el impulso y espíritu creador,
característica de los areanos.
Nació en Tumeremo cuando el presidente Cipriano Castro claudicaba en el Palacio de Misia Jacinta a
causa de un riñón y en el Estado
Bolívar, el hábil Francisco Linares Alcántara
se iniciaba en la Gobernación que dejaría a fines del mismo año para convertirse en el Premier del
hombre de la mulera.
Era el época del balata y el oro a cuyo comercio se dedicaba su padre el General Héctor Villegas,
nieto de don Antonio Liccioni, que se
tenía entonces como el corso más rico de Guayana.
La madre de Raúl era Pepita Ruiz, descendiente del médico José Angel Ruiz, presidente del Estado
Bolívar en 1980-1892 y fundador del
Hospital Ruiz en el edificio que hoy sirve
de asiento a la municipalidad. Ella era casada con el general Héctor Villegas Liccioni, quien estuvo dos
años preso en el Castillo de Puerto
Cabello, por hacerle oposición a El
Cabito desde las trincheras de la Guerra Libertadora que tuvo a Ciudad
Bolívar como último baluarte.
De manera que nuestro entrevistado de la
semana es de prosapia
en lo político como en lo social y siguiendo ese camino se ha destacado como servidor público,
dirigente gremial y productor agropecuario. Es como dice su coetáneo de toda la vida, Horacio Cabrera
Sifonte, un llanero nato que ha
sufrido muchos encontronazos, pero que jamás
se ha caido. Siempre ha estado plantado como un roble y como un gallo de Navarra quiere morir, en la
raya, con entereza y dignidad. Como decía
don Fernando Virguez en los momentos críticos: Salvando la cabeza, carajo, aunque
un rayo me parta...
INFANCIA EN EL YURUARY
-En Tumeremo, pueblo pequeño del Yuraury, de
gente sana, que vivía de la
explotación del balatá, el oro y la ganadería
extensiva, transcurrió la infancia de Raúl Villegas
Ruíz pues a los siete años lo reclamó la educación formal establecida en Ciudad
Bolívar bajo la: receptoría de don Régulo Machado.
Pero su padre el General Villegas no lo quería
mucho tiempo en el Colegio y a la
edad de 13 años lo sacó para que se adiestrara en el duro oficio del llanero allá en su finca de Carrizalito, cerca de la
Paragua y después en el Hato "Las Guadalupe" en El Tigre, donde ejerció la
administración de la
finca por espacio de cinco años. Luego fue Caracas y nuevamente Ciudad Bolívar para encargarse del
Hato Cantarrana que siempre fue de la familia y que aún
permanece en sus manos, allí mismo en el Caroní, cerca del cual desde hace cinco años no ha podido invertir por prevención de la misma CVG.
permanece en sus manos, allí mismo en el Caroní, cerca del cual desde hace cinco años no ha podido invertir por prevención de la misma CVG.
EMPRESARIO SARRAPIERO
En 1930 tuve varios contratos para la
recolección de la cosecha
de sarrapia por la región de Soapure, Cuchivero, Guaniamo y Turiba. Esto duró hasta 1945 cuando
un trabajador armado con una
escopeta morocha me sacó de circulación. Ocurrió porque el Fiscal de la
sarrapia que era un hombre alevoso me fue a
buscar para someter al trabajador que había
tenido un encontronazo con él. Al salir
del campamento con el Fiscal, el trabajador que había seguido sus movimientos y acechaba, nos disparó.
Siete guáimaros me atravesaron el
pericardio, los riñones y el estómago.
El Fiscal, igualmente, recibió lo suyo, pero murió en Caracas.
En cuanto a mí, superé la situación.
Afortunadamente el Embajador de los Estados Unidos que disponía de un hidroavión para entonces, lo
facilitó para sacarnos de la selva y
trasladarnos de urgencia a Caracas.
Recobrada la salud y de vuelta a Ciudad
Bolívar, monté un negocio
en Mata Negra con José Carreño y firmamos un contrato de suministros con la empresa
petrolera Standart. Seis meses duró este servicio y me vine para hacer una transacción con
el Banco Agrícola y Pecuario por el Hato "El León" y "Las
Queseras", en Upata. A los siete años en plena producción, Ángelo de la Torre se
interesó por la finca y se la vendí para
retomar las riendas del Hato Cantarrana.
LOS GANADEROS SE DIVIDEN POR EL CORDON ANTI-AF TOSO
-Raúl Villegas fue protagonista de la división de la Asociación de Ganaderos del Estado Bolívar. A ello
se vio impulsado junto con otros productores
por la terquedad de Antonio José
Grimaldi, quien lideraba una corriente interna
partidaria de la supresión del Cordón contra la Aftosa.
Bolívar era uno de los pocos estados de
Venezuela libre de aftosa y los ganaderos deseaban que así se mantuviera por la salud y conservación
de la propia ganadería. Pero la corriente grimaldista sostenía que era una
postura nada
favorable desde el punto de vista del desarrollo y economía ganaderos,
pues permitía hacia afuera un fluido de cabezas superior al de ingreso por lo
que era preferible convivir con aftosa
manteniéndola a raya a fuerza de vacuna. La situación se agrió en forma tal que el resultado fue la escisión
gremial. Grimaldi se quedó gestionando como Presidente
la Asociación de Ganaderos, mientras sus opositores montaron tienda
aparte con la creación de la Asociación de
Criadores y Productores Rurales del Estado Bolívar. Ambas organizaciones paralelas subsisten y hay quienes
le dan connotación política.
Ese año -1964- la nueva Asociación emergió con 170 ganaderos debidamente inscritos, pero de todas
maneras la aftosa se metió a través
de un contrabando de ganado por El
Palmar. Raúl Villegas estuvo presidiéndola por el lapso de dos años y fue designado "Ganadero del
Año" más tarde por la Federación Nacional de Ganaderos.
SIEMPRE DE LA MANO CON LOS MILITARES
-A Raúl Villegas no lo perturba el
calificativo de Perezjimenista por el hecho de haber sido, gracias a la amistad con su paisano el General Luis Felipe Llovera Paéz, Inspector de Minas en el Estado, siendo Barcelo
Vidal Gobernador del Estado. Fue
entonces cuando los mineros explotaron
importantes bolsones de diamantes en las quebradas de Urimán. A decir de Raúl, época buena y sana. No había robos. Un comprador de diamantes se
aventuraba con cuatro y cinco
millones encima por esas selvas sin que nadie lo tocara. Desde entonces corre
el cuento de que soy militarista. No
lo niego, siempre he estado muy a la mano con los militares.
MANUEL ALFREDO ES COMO MI HIJO
-Manuel Alfredo, chico, es como mi hijo. Su padre
Manuel Carrillo, distribuidor de los
otrora famosos cigarrillos Bigott y Bandera Roja, era gran amigo y compadre y a través de ese lazo se quedó
aferrado a mi afecto desde que era un chamo el grandote de Manuel Alfredo Rodríguez que no llega a Ciudad Bolívar sin visitar mi casa. Desde
pequeño fue siempre como un hijo para mí y actualmente uno de mis mejores amigos siguiendo la tradición paterna. Me llamó en estos días para despedirse,
pues viajará a Rusia, donde pasará
dos meses, invitado por los intelectuales moscovotas.
MERCADO PARA EL BARBASCO
Hubo una época en que el barbasco estuvo aquí de moda. Régulo Espinetti le buscó mercado en Estados
Unidos. Yo me ocupaba de su recolección
con los indios del Caura y logramos unas cuantas toneladas que exportamos
siguiendo la misma línea comercial de la sarrapia. Pero el negocio no fue duradero. No sabemos para qué lo utilizaban en el
Norte. Tal vez debió ser para
aprovechamiento de los alcaloides en la fabricación de fármacos . Lo que si se es que aquí los indígenas y
campesinos lo utilizaban para embarbascar peces de los ríos. Una práctica de
pesca no recomendable porque los efectos
tóxicas de ese bejuco afecta sin discriminación la ictio-fauna.
.
COLEADOR VITALICIO
Raúl Villegas es coleador de los tiempos en que
las Mangas estaban en Los
Morichales, el Paseo San Antonio y El Hipódromo Viejo. Entonces
no se coleaba como salen ahora en grupos hasta de siete jinetes detrás del toro. A lo sumo, eran tres los que se
disputaban el animal y los espectáculos no eran tan
frecuentes como en la actualidad sino en tiempos de efemérides y
Fiestas Patronales.
Yo coleaba en los tiempos de Antonio Bello, Horacio Cabrera Sifontes, Carlos Amaya, Pedro Alejandro
Vargas; Rafael Pulgar y Alberto Liccioni que era consecuente en la Manga,
pero incapaz de revolcar un toro. Un día que un
caballo muy bonito decidimos darle uno de cortesía que lo tumbará. Nada, .yo tuve que ayudarlo y lo expulsaron
de la manga. Esa vez tumbé dos toros, Alberto y otro que accidentalmente se había
escapado del corral.
GALLERO DE LOS MEJORES HASTA QUE UN DIA
Raúl Villegas era un gallero esclarecido,
dueño de uno de las
mejores cuerdas de la ciudad. Traía gallina Navarra para mejorar la raza de los espueléricos, pues los gallos
hispanos tienen fama de no rehuir la pelea y no siempre en la raya. Tenía su cuerda en el antiguo Conjunto con
Pascual Contreras y Rafael Gómez. Genaro Salazar
era el cuidador y entre los mejores jugadores estaban don Hilario Machado y sus hijos, los Gil, los Pulgar. Mi afición terminó el día en que "Lazo
Abierto", con peleas ganadas, salió al saco con uno del comandante
Adames. Mi gallo tenía una característica admirable que cuando picaba se rebatía cuatro y hasta
cinco y seguidas y en esa pelea picaba y se soltaba. Confundido y sospechando
lo peor salté al redondel y agarré mi gallo. Le examiné el pico y vi que
estaba lleno de cebe. El Comandante de
la Policía evidentemente que de acuerdo con el juez de la Gallera le había
engrasado la cabeza gallo. Entonces leincrepé: "Mira, Carajo, so vagabundo". Entonces el hombre desenfundó su
revólver y se formó la
sampablera. Afortunadamente las cosas no pasaron de allí en ese momento, pero más tarde
renuncié definitivamente a los gallos. Mi
cuerda de 20 ejemplares me la llevé para Mata Negra y se la regale a
Santos D' Escriván..
80 DE VIDA Y 40 DE CASADO
Raúl Villegas se casó a la edad de 40 años con Josefina Marten Brito, de madre carupanera y padre
de descendencia francesa. Tuvo la
fortuna de encontrarse con la mujer ideal, fabulosa en todo
y de relevante sensibilidad social. Josefina canta, toca la guitarra.
Su hijo Noel, diseñador y
publicista, el único hijo del
matrimonio, pero vino un día en que
renunció al taller de impresión y se fue a buscar oro en
el lecho del río Caroní. Está
contento con él, Noel para él que es
promesa y juventud, no hay para qué competir con él, especialmente
cuando el resto del tiempo que le queda
debe ser dedicado al gran arte de vivir en el atardecer.